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El registro dice que hay que descender hasta el punto detrás del cual un hombre puede defenderse de cuatrocientos exclamó Reginaldo, leyendo una copia del original que sacó del bolsillo. Esto parece indicar que la entrada está en alguna estrecha grieta entre dos rocas. ¿No ves algo parecido?

Caído al fondo de una grieta, de la cual le era imposible salir, el cretino no se había fatigado en inútiles esfuerzos: esperó con paciencia, pateando el suelo para conservar el calor animal y así se aguantó toda la tarde y toda la noche y toda la mitad del día siguiente. Oyó entonces llamarle por su nombre á los que le buscaban, contestó, y en seguida lo sacaron de la sima.

A ocho metros sobre el nivel del mar se hallaba la grieta, que según nuestro práctico, daba entrada á la Cueva de las Calaveras.

El caserón, no obstante, tenía su alegre nota. Como la voz del grillo en una grieta del sepulcro, así era la voz del conserje Alonso, cantando peteneras en su habitación cercana al portal y en el patio. Era un hombre casi viejo, de buena pasta, honrado y comedido.

Metido ya en la grieta como una lagartija, apenas daba el camino, «usgoso» y desconcertado, para sentar sus pies, con grandes precauciones, mi jamelgo.

Aquí está para servirla dijo una mujer escuálida, saliendo por estrecha puertecilla, bien disimulada entre los estantes llenos de botellas y garrafas que había detrás del mostrador. Como grieta que da paso al escondrijo de una anguila, así era la puerta, y la mujer el ejemplar más flaco, desmedrado y escurridizo que pudiera encontrarse en la fauna a que tales hembras pertenecen.

Y sin embargo, la espiral de plata, atravesando la popa del buque, surgía en pleno Océano para levantar un torbellino espumoso con las revoluciones vertiginosas de sus uñas retorcidas. La idea de que estaban a siete metros bajo del agua, y que bastaría la más pequeña grieta en el túnel para morir instantáneamente, aislados por la puerta inconmovible, produjo cierta angustia en Maltrana.

Entonces leyó una historia de la Virgen é inmediatamente sintióse tocado por la gracia y decidió dedicarse á la vida santa, renunciando al mundo. Después, el lego buscó en la pared, señalando una grieta que la cruzaba. Mire usted esto, caballero. Por fuera aún se ve mejor; llega hasta el suelo partiendo las piedras del muro.... Esta grieta la hizo el diablo.

En efecto, en aquel caos aparente, todo está sometido á leyes. ¿Por qué se produce siempre en la masa glacial una hendidura frente á determinado sitio del ribazo? ¿Por qué la grieta, á cierta distancia por debajo, después de haberse ensanchado, acerca de nuevo sus bordes uno á otro, soldando el ventisquero? ¿Por qué se redondea regularmente la superficie en un punto para agrietarse en otros?

Ryp, van Stein y los moros se pusieron a cavar furiosamente, mientras nosotros nos alejábamos corriendo por la orilla del río. Llegamos rendidos cerca del mar, y nos encontramos en un arenal inmenso, formado por dunas que el viento levantaba y deshacía. Nos guarecimos los dos en una grieta de la arena y estuvimos así escondidos horas y horas, con el oído atento.