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D. Carlos 2.º en 1667, que se encuentra en las ceremonias políticas de esta ciudad, recopiladas por D. Lamberto Vidal secretario de la misma , se nota, que cuando llegaba S. M. á Muel, salian los síndicos de Zaragoza y besaban su mano: que S. M. se apeaba en el palacio de la ALJAFERIA, y recibia los puestos segun su precedencia, y hecho esto S. M. entraba á caballo y andaba en medio del jurado en cap y el Gobernador que iban cubiertos; el jurado en cap iba deteniendo el caballo para que el de S. M. llevase de distancia la cabeza.

El rey despues de un rato de descanso salió á la gran sala con sus insignias reales, y principió la comida, sentándose á la mesa del monarca los arzobispos de Toledo, Zaragoza, y Arborea, aunque á alguna distancia; en otra pero mas baja los obispos, abades, y priores, y en otra los ricoshombres que el Rey habia armado caballeros: despues los nobles, y á seguida los ciudadanos y síndicos de las ciudades.

Pues esta era la verdad, aunque no podía presentar testigos. ¡Parecía imposible que los señores síndicos, todos buenas personas, se fiasen de un pillo como Pimentó!... La blanca alpargata del presidente hirió una baldosa de la acera, conjurando el chaparrón de protestas y faltas de respeto que veía en lontananza. Calle vosté.

Llegó el 15 de Julio de 1533, y Pedro Viole, preboste de los mercaderes, seguido de los síndicos y regidores de la ciudad, puso solemnemente la primera piedra del futuro palacio, entre el clamoreo de las campanas de San Juan y de Santiago de la Giferia. El edificio se terminó en 1836; bajo Luis Felipe, que deberia llamarse en la historia el rey completador.

Toda la huerta que tenía agravios que vengar estaba allí, gesticulante y ceñuda, hablando de sus derechos, impaciente por soltar ante los síndicos ó jueces de las siete acequias el interminable rosario de sus quejas.

En el mes de Febrero de 1377, el Emperador Cárlos V recibió en Paris al Emperador Cárlos IV. Entre los multiplicados presentes que el Preboste y los Síndicos de la ciudad hicieron al recien venido, se veia un barquichuelo, que pesaba ciento noventa marcos de plata, neuf vingt et dix marcs d'argent, lo que equivale á unas cuatro arrobas de Castilla.

Los seis síndicos de Valencia, segun escribe uno de ellos llamado Montaner, trageron cincuenta de acaballo consigo y trompetas, atabales y menestriles.

Cantada la aleluya comenzaron á salir las galas, y Montaner refiere que los seis síndicos de Valencia dieron principio, dirigiéndose desde su posada, que estaba inmediata á la Seo, á la ALJAFERIA llevando delante de sus trompetas, atabales y dulzainas.