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Sea como sea, y a fin de que no digas que me quiebro de sutil, prescindiré de más aclaraciones, y te diré con llaneza que el Barón se prendó de y me hizo muy respetuosa y finamente la corte. Yo me lisonjeo de no haber tenido jamás ciertos defectos que se atribuyen, así a los que llaman en Francia parvenus como a los que en España llaman cursis.

La familiaridad realzada por el respeto y una llaneza decorosa reinaban en la silenciosa mansión que parecía habitada por sombras.

Pero éste quería pasar los días de Carnaval en una finca suya de Medina del Campo, lejos del bullicio de la ciudad, como convenía a un hombre serio. Después de fiestas, le esperaba en su casa todas las mañanas. Y se alejó escoltado por sus solemnes acompañantes, después de estrechar la mano de Isidro con igual llaneza que si fuese un colega. Maltrana le siguió con una mirada de intensa simpatía.

Bien sabe usted á quien aludo dijo Claudio, dándole una palmada en el hombro con llaneza y confianza; pero como usted está tan orgulloso con ser novio de esa joven, se da usted ese tono. ¡Oh! no replicó el sobrino de Coletilla avergonzado. La verdad es que no quién es esa persona que usted dice.

Juana Teresa Parrado, que tenía veinte y ocho años de edad, después de salir en auto, que se celebró en san Pablo, como dije al principio, en 10 de Diciembre de 1719; á los comienzos del siguiente corrió las calles de la ciudad sufriendo los doscientos azotes impuestos posando luego al destierro, donde quizá continuara su llaneza y familiaridad con el Demonio, pues como cándidamente apunta Matute en sus Anales, la mulatita «se afirmaba que desde niña había tenido pacto con él

Cortés y mesurado en sus palabras, gallardo en sus ademanes, parco en el sonreír, el marqués de Moraima era un gran señor de otros tiempos, vestido casi siempre con traje de caballista, enemigo de la vida urbana, molesto por las exigencias sociales de su familia cuando éstas le retenían en Sevilla, y ansioso de correr al campo entre mayorales y vaqueros, a los que trataba con una llaneza de camaradas.

Mas como siempre yerra Quien de su justa obligación se olvida, Al señor desta tierra, Que don Tello de Neira se apellida, Con más llaneza que arte, Pidiendole licencia, le di parte. Liberal la concede, Y en las bodas me sirve de padrino; Mas el amor, que puede Obligar al más cuerdo a un desatino, Le ciega y enamora, Señor, de mi querida labradora.

Con esto y poco más se acabó la visita, durante la cual no desplegó los labios Neluco, ni miró a Lita con la intención que yo esperaba, ni Lita le miró a él más que cuando le dirigía la palabra con una llaneza que tenía más de fraternal que de otra cosa.

Los franceses trataban de política ó referian sus excursiones, riendo con llaneza y hablando ruidosamente y casi todos á un tiempo, pero siempre corteses, galantes y procurando agradar, por instinto y hábito.

Nicephoro y Pacimerio Griegos, y en muchas partes poco cuidadosos de escribir la verdad, ofendidos por comunes y particulares agravios de los nuestros, lejos de las ocasiones, Montaner español, testigo de vista de todos estos sucesos, y que la llaneza de su estilo, y del tiempo que escribió, parece que aseguran la verdad de los acontecimientos que refiere.