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Tended el vuestro cuanto podáis y lanzad la flecha lo más lejos que alcance. Mi dardo la dejará muy atrás. Marca las distancias, Arnaldo, clavando en tierra una pica á cada cien pasos y espérate junto á la quinta para recoger y traerme mis dardos. Hízolo así el soldado y momentos después partía silbando la flecha de Yonson. ¡Más allá de la cuarta pica! gritó Simón.

Catalina lo tranquilizaba entonces, como diciéndole con su mirada cariñosa: Espérate a que eduque a Cónsul, para convidarte con champaña y gallina, como Niní a Sansón, el hombre de las pesas falsas y de los músculos postizos... Una noche estuvo Raguet más exigente que de costumbre. Necesitaba en ese mismo instante trescientos francos...

MANRIQUE. ¿Qué escucho?... ¡Cielos! GUZMÁN. ¿No es ésa la iglesia? FERRANDO. Vamos. MANRIQUE. Ya se acercan hacia aquí. FERRANDO. Espérate. GUZMÁN. ¿Vienen? FERRANDO. . MANRIQUE. No; que no me encuentre... huyamos.

Si hay algún colega que encuentre el medio de poner de acuerdo tus costumbres y tus pasiones con una ordenada y sana función vascular, llámalo, y entiéndete con él. El criado anunció que el almuerzo estaba servido. «Vamos en seguida dijo el enfermo, cogiendo a su primo por el brazo . Espérate un poco, que te quiero consultar otra cosa».

Lorenzo penetró en el dormitorio, ligeramente preocupado con la actitud en que había sorprendido a Melchor, y le dijo: ¿No te sientes bien? ¿Yo?... ¡Perfectamente!... ¿Por qué? Me dijo Ricardo que estabas sin muchas ganas de levantarte. ¡Cosas de Ricardo! ¡Tenía un poco de sueño y nada más!... en un periquete me visto e iremos a dar un galope; espérate.

«Aquí donde le ves dijo Santa Cruz , se tiene una de las mujeres más guapas de Madrid». Hizo un signo a Jacinta que quería decir: «Espérate, que ahora viene lo bueno». ¿Es de veras? . No se la merece. Ya ves que él es feo adrede. Mi mujer... Nicanora... murmuró Ido sordamente, ya en el último bocado , la Venus de Médicis... carnes de raso...

-Verdad dices -dijo don Quijote-, y así, no adivino ni doy en lo que esto pueda ser; mas, espérate: veremos si en este librillo de memoria hay alguna cosa escrita por donde podamos rastrear y venir en conocimiento de lo que deseamos.

En cinco segundos pasamos como una exhalación por los durazneros, los naranjos y los perales, y fué en este momento cuando la idea del pozo, y su piedra, surgió terriblemente nítida. ¡No quiero que me toque! grité aún. ¡Espérate! En ese instante llegamos al cañaveral. ¡Me voy a tirar al pozo! aullé para que mamá me oyera. ¡Yo soy el que te voy a tirar!

El intendente estaba seguro de que la joven sabía las cosas, y no las quería decir; conocía su inflexible tenacidad y la idea de que permanecería indomable lo hizo arder en furor. Volviéndose hacia la puerta, le gritó con acento atronador: ¡Espérate un momento y ya verás si te hago hablar!

Lo remontaremos y desembarcaremos en los bosques. ¡Duro con los remos, amigos!: los papúes han advertido nuestras intenciones. Tío dijo Cornelio ; los tenemos ya encima, y podríamos disparar sobre ellos. Todavía no; espérate: ¡Avante! La chalupa volaba, hendiendo impetuosamente las aguas; pero el velero de los papúes le ganaba ventaja. Por fortuna, la costa estaba ya muy cercana.