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Nuevamente sonríe a mi madre la dicha, y sólo satisfacción y contento rebosan sus escritos. El día 13 de octubre de 1815 se publicaron los esponsales de su segunda hija Eugenia, con M. Coppens de Hondschoote, joven oficial, teniente coronel del regimiento que guarnece Mâcón, hijo del antiguo señor de la villa de Hondschoote en Flandes.

Y donde son por ásperas montañas Sayas y angeo, telas y cambrayes, Y frágiles tarayes, Paredes de cabañas, Que mejor que de pórfido linteles Defienden rayos jambas de laureles. Describir el villano al fuego atento, Cuando con puntas de cristal las tejas Detienen las ovejas, O cuando mira exento Cómo de trigo y de maduras uvas Se forman trojes y rebosan cubas. ¿A quién se debe, Claudio

Los mozos de cordel y de mulas, las verduleras y vendedoras de pescado, se presentan á nuestra vista con sus trajes y costumbres ordinarias, ya en el mercado, ya como espectadores de una corrida de toros, ya en un corral, en una romería ó en la fiesta de algún santo, y todos estos cuadros, trazados con mano maestra y firme, rebosan de vida y movimiento, reinando singular claridad en la distribución de esas agrupaciones de personas, á pesar de su número considerable.

Y truena y retumba la voz de combate, despierta Granada; sus puertas se abren, y el rey con sus nobles y sus estandartes, y moros sin cuento, jinetes é infantes, allá por Elvira rebosan y parten, y cruzan la Vega, y allá adonde arde incendio terrible de mieses y hogares, rugiendo adelantan por sotos y valles.

En tanto que el Jarama y el Tajo desbordan por falta de canalizacion, los palacios de Aranjuez rebosan en maravillas de pintura y escultura, que han costado millones sin cuento. Miéntras que los cortesanos se alojan allí en suntuosas habitaciones, el pueblo español sufre las fiebres tercianas, ó se aloja en Villacañas en cuevas húmedas y desabrigadas, abiertas en las peñas.

Allí se detuvo el insecto, y allí también Julián, con el corazón palpitante, con la vista nublada, y el espíritu, por vez primera después de largos años, trastornado y enteramente fuera de quicio, al choque de una conmoción tan honda y extraordinaria, que él mismo no hubiera podido explicarse cómo le invadía, avasallándole y sacándole de su natural ser y estado, rompiendo diques, saltando vallas, venciendo obstáculos, atropellando por todo, imponiéndose con la sobrehumana potencia de los sentimientos largo tiempo comprimidos y al fin dueños absolutos del alma porque rebosan de ella, porque la inundan y sumergen.

Perdón, perdón, María, si estas palabras que rebosan de mi corazón ofenden la inocencia de vuestros sentimientos, tan puros como vuestra voz. También he padecido yo cuando padecíais vos. Ya veis repuso ella bostezando que no ha sido cosa de cuidado. ¿Queréis, María le preguntó el duque , que os lea los versos? Bien respondió fríamente María. El duque leyó una linda composición.

Samuel Johnson dice que Pope escribió su oda a La Soledad a los doce años, y sus Pastorales a los dieciséis: de los veinticinco a los treinta, tradujo la Ilíada. El infeliz Chatterton logró engañar con una maravillosa falsificación literaria a los eruditos más famosos de su tiempo: rebosan genio la oda de Chatterton a la Libertad y su Canto del Bardo.