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Jaime vivía al borde de esta existencia ruda y tradicional, contemplando de lejos las costumbres de aduar que aún se mantenían en el apartamiento de la isla. España, cuya bandera ondeaba todos los domingos sobre el menguado caserío de cada parroquia, apenas hacía memoria de este pedazo de su suelo perdido en el mar.

Referiré aquí algunos pocos sucesos de estos más dignos de memoria. Y sea el primero un cierto indio llamado Santiago Quiara, el cual, llevando mal el apartamiento de una concubina suya que había dejado en el bautismo, volvió á admitirla en su casa. Pero luego le fué Dios á la mano con una enfermedad que, privándole de la luz del cuerpo, desterró de su alma las tinieblas del pecado.

Quedóse al fin, llegó su madre, y entre las dos juntas me pusieron para pelar, por «lo olvidadas que las tenía». Alegué por excusa de mi apartamiento ocupaciones apremiantes dentro de casa, después de un suceso tan grave como el ocurrido en ella... Nada me valió el recurso ante aquellos dos diablejos que todo lo metían a barato. Acudió el viejo Marmitón a la algazara.

En el viaje de vuelta lo tuvo mayor, así por los rumbos al Nordeste, que requerían apreciación de apartamiento del meridiano, como por los temporales que dificultaban la estima de la marcha.

Hasta entonces, unas veces los viajes, otras la soledad y el apartamiento del mundo, la premeditada alternativa de las distracciones y del hogar, habían mantenido a Helena en esa desesperanza tranquila y resignada con que piensan en la felicidad por el amor los que desconfían de ella. Comprendía que no era hermosa y que era demasiado rica.

Al paso que va creciendo con la edad, va padeciendo innumerables enfermedades, continuos sobresaltos, incomodidades sin límites, de suerte que los bienes físicos que llega á gozar son pocos, los males innumerables, no debiéndose tener por feliz por la posesion de algunos bienes mundanos, sino por el apartamiento de muchos males.

El apartamiento en que vivíais y la común desgracia, aumentando la natural inclinación, hicieron que os amarais. Después todo cambió. ¿Para qué repetir lo que sabes tan bien? Inés en su nueva posición no quiso olvidar al fiel compañero de su infortunio. ¡Hermoso sentimiento que nadie más que yo supo apreciar en su valor!

Pero apenas hubo pasado los ojos por algunos renglones, detuvo su lectura. Tropezó con el nombre de Freya Talberg. Este abogado había sido su defensor ante el Consejo de guerra. Se apresuró á guardar la carta, dominando su impaciencia. Sintió la necesidad de silencioso apartamiento y soledad absoluta que experimenta un lector apasionado al adquirir un libro nuevo.

«, hermanos míos decía muchos servicios debemos al país, a la nación, al Gobierno y las autoridades, porque no exige nuestra Santa madre la Iglesia que renunciemos en absoluto a la vida social, aunque es mejor la vida del apartamiento religioso; pero hay que andarse con cuidado en lo de la obediencia. ¡Bueno fuera que por servir los intereses de este mundo ofendiéramos al Padre, o al Hijo, o al Espíritu Santo, a la Santísima Virgen, o a cualquiera de los Apóstoles y Santos que nos han señalado el camino de la perfección, que es como un sendero espinoso a cuyo fin hay un gran jardín, que es la gloria!

Y los gañanes, según confesión de Zarandilla, «se dejaban querer», rezaban y bebían, fisgándose un tanto del amo con burlona gravedad, y llamándole «primo». La larga permanencia de Zarandilla al lado de Salvatierra, y la curiosidad que éste inspiraba, acabaron por vencer el apartamiento de los gañanes. Algunos se aproximaron, y poco a poco fue formándose un corro en torno del rebelde.