United States or Vietnam ? Vote for the TOP Country of the Week !


Además, al llegar al bonito Hotel del Valle, del único que tenía buenos recuerdos de todos los de la ruta, vi en la puerta a las señoritas Tanco que también iban a Europa. Ante la perspectiva de una buena noche en agradable compañía, renuncié a mi inútil y quijotesco propósito de llegar a Honda en el mismo día. Mi compañero, que iba a reunirse con su familia, insistió y siguió viaje.

Abalanzóse a ella Jacobo con grandes ansias, y sin mirar apenas el sobre, rasgólo en dos pedazos... Currita le devoraba con la vista, mas no pudo notar en su rostro señal de gozo ni satisfacción alguna; observó tan sólo una gran ansiedad mientras leía, y luego una honda preocupación que le duró toda la comida.

A continuación trotaban los toros bravos, las fieras destinadas a la muerte, marchando «bien arropadas», o lo que es lo mismo, rodeadas de toros mansos que evitaban se apartasen del camino, y de fuertes vaqueros que corrían honda en mano, prontos a saludar con una pedrada certera al par de cuernos que se separase del grupo.

Era alta, muy alta, tal vez tenía su misma estatura, pero amortiguada por curvas que delataban la robustez unida a la elegancia. El pecho opulento y firme y sobre él una cabeza que causó honda impresión en Rafael.

Viva y honda es casi siempre la percepción que el poeta tiene de lo grande y de lo hermoso de la naturaleza, y no pocas veces sabe comunicarnos el propio sentimiento suyo con maestría y sobriedad vigorosa. Aprobemos, pues, las Odas de D. Eduardo Marquina.

No quería, no quería pensar, y se hincaba las uñas en la frente para aturdirse, agitaba los brazos en las tinieblas, resoplaba con furia como un hombre enajenado por el terror; pero la cavilación era cada vez más inexorable, más elocuente, más honda.

Amaury dijo el doctor en tono solemne, abandonémonos a nuestro dolor y no dudemos de la eficacia de nuestra desesperación, porque eso sería demostrar que no es muy honda. No olvides, hijo mío, estas palabras, las últimas que he creído escuchar de labios de Magdalena: ¿A qué matarse, cuando la muerte viene por si sola?

Sintió Febrer honda irritación al recordar sus errores y angustias. ¡Malditos muertos! La humanidad no sería feliz y libre mientras no acabase con ellos. Pablo, ¡matemos a los muertos! Miró un instante con cierta zozobra el capitán a su amigo; pero al ver la serenidad de sus ojos, se tranquilizó, y dijo sonriendo: Por , ¡que los maten!

Salió don Juan vestido de viaje, tomó un coche, apeose cerca de la calle de Don Pedro, y por fin llegó al portal de la casa en que vivía Cristeta. No arribó Ulises a la deseada Itaca, ni vieron los Magos el sagrado pesebre poseídos de tan honda emoción como la que él sentía.

¡Oh sensato pueblo americano! Honda es la admiración producida en todo el pueblo filipino y su novel ejército, por el valor de todos vuestros soldados y jefes.