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La necesidad de su casamiento con Huberto le hizo intolerable la vida durante un minuto, y por un impulso de piedad hacia Juan, agitada por confusos pensamientos contradictorios, murmuró: ¡Pobre joven, pobre joven! Si me ama con todas las nobles energías de su hermosa naturaleza, ¡qué cruel será el despertar, y cuánto vacío y desesperación dejará tras !...

Después, las palabras de su hermana le hacían ver el horroroso despertar al desvanecerse el triste engaño de la embriaguez, la indignación con que repelía a un hombre, al que no amaba, y que aún le parecía más antipático luego de su fácil victoria. Todo había acabado para María de la Luz. Harto lo demostraba la firmeza de sus palabras. Ya no podía ser del hombre amado.

A continuación desfiló una tropa del ejército de línea, ó sea de aquellas muchachas con casco de aletas que Gillespie había visto al despertar. Los soldados iban armados, unos con arcos y otros con alabardas.

Por ser pues este su pertinaz ingenio contra la divina palabra, estamos ciertos que no lo dejará de seguir en esta obra presente, y que en cuanto ella es más necesaria a la Iglesia del Señor, tanto más él se desvelará en despertar contra ella toda suerte de enemigos, extraños y domésticos; los de lejos y los de cerca.

Yo no me atrevería á decir contestó Montiño si yo me he entrado en vuestra alma ó no, señora; pero os puedo asegurar que vos os habéis entrado en la mía. Pero esto es una locura dijo la Dorotea como quien pretende despertar de un sueño ; una locura á que no debemos dar vuelo: vamos, esto no puede ser. ¿Que no puede ser? ¿y por qué? ¿tanto amáis á don Rodrigo? ¿tanto os importa Lerma?

Preséntase la Razón para despertar á la Memoria, y las dos juntas gritan al Alma que vuelva; pero no se oyen sus voces con el ruido de los marineros, ocupados en levar el áncora.

Todas las mañanas y todas las noches rogaba a Dios que protegiese a sus hijos y que no dejase despertar en Martín el fuego de la cólera. Al parecer, su súplica fue escuchada favorablemente. Martín no tuvo más que un acceso de furor; pero es cierto que salió del fondo mismo de su alma. Juan tenía entonces nueve años.

Despierten ya los mal aconsejados pastores que permiten á los lobos vivir en compañía de las ovejas. Despierten á los ladridos de los leales canes, porque el rebaño va á ser devorado sin remedio. Pero ¿cómo han de despertar los que están dormidos en el profundo sueño de una ciega confianza?

La calma que se advierte al despertar indica ordinariamente mas debilidad; el calor es con mas frecuencia angustioso con la cabeza despejada; el vientre parece ser siempre el sitio de congestiones y de calor, produciendo por consiguiente la imposibilidad de dormir, la ansiedad y la necesidad de moverse sin cesar en la cama.

Y Maltrana, borracho, señalaba el mar obscuro, increpándolo con una furia cómica... Pasaban sobre su lomo, lo arañaban cruelmente con la quilla, bien comidos, el pensamiento en reposo, los miembros en huelga, y él se vengaba de este rudo despertar enviándoles un hálito excitante que esparcía el deseo y la locura.