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Actualizado: 23 de junio de 2025


¿Pero qué importa á vuesa merced?... ¿no ha perdido vuesa merced la afición á saberlo todo? Ven acá, Francisco; ven acá, á lo obscuro, hijo, que en ninguna parte se dice mejor un secreto que donde no hay luz, ni nunca toma mejor dinero quien, como , gastas vergüenza, que á obscuras. Ven acá, te digo, y si quieres embuchar, desembucha.

Doblaron un cabo y apareció una nueva sección de la costa. Sobre un montículo de peñas rojas, cortado a trechos por manchas obscuras de matorrales, destacábase una torre ancha y amarilla, un cilindro achatado, sin más huecos por la parte del mar que una ventana, negro agujero de contornos irregulares.

El candilejo, que sin duda era también poco amante de lo clásico y estaba empalagado de tanto endecasílabo, no quiso alumbrar más tiempo la plaza pública, y se apagó. Ramón cerró á obscuras su manuscrito; comprendió que lo mejor que podía hacer era imitar á sus amigos; bajó de la mesa, tomó la capa, se envolvió en ella, y tendióse de largo sobre el bendito suelo.

Grande fué mi alegría cuando te vi abrir los ojos, cuando te pronunciar frases obscuras, y observé que tus heridas no parecían de mucha gravedad; así es que en cuanto dimos sepultura a tu buen amigo, me ocupé de los medios de traerte a mi casa.

Nos quedamos, pues, sentados el uno frente al otro, separados por el angosto madero de la cama, con los brazos apoyados en el borde, mirando al otro extremo el rostro de Marta, que un movimiento nervioso sacudía a cada instante; sus párpados parecían cerrados, las sombras de sus pestañas descendían hasta muy abajo en sus mejillas; pero, cuando uno se inclinaba hacia ella, veía brillar en el fondo de las obscuras cavidades el blanco de los ojos, con un lustre de nácar pálido.

Me ha perdido la timidez.... Debí dar el ataque personal una noche que la encontré a obscuras... o aquella tarde del cenador.... Pero no lo había dado.... Y ahora no había remedio. Un día llegó Ana al extremo de retirar la mano, que él solicitaba con la suya extendida. No volvió a tocarle aquellos dedos suaves. Y es más, apenas la veía.

Porque todo había variado en el joven; menos el traje, todo. Enredo como este, confesad que es mayor que vuestra perspicacia, don Francisco decía Quevedo, dirigiéndose á obscuras desde la parte baja del palacio al cuarto de Felipe III . Y eso añadía que tenéis una perspicacia que os mata.

Despacha, hijo, y ven y entendámonos. Francisco de Juara se separó de la litera y dió algunas órdenes en voz baja y rápida. Luego, á obscuras, entró en la litera, se sentó á tientas al lado de Quevedo, cerró la portezuela é inmediatamente ésta se puso en marcha. ¿Quién ha armado todo esto? dijo Quevedo. Una mujer que os ama.

La antigua Bilbao de los comerciantes y los marinos, que aún no conocía el valor del hierro, era más feliz, con la paz de un trabajo lento y ordenado y la llaneza fraternal de sus costumbres, que la villa moderna, con sus improvisadas fortunas, sus ostentaciones locas y aquella riqueza disparatada y rápida que apenas si dejaba en el país rastros beneficiosos de su paso, perdiéndose en las obscuras tragaderas del intruso negro, aparecido en la hora suprema de la fortuna para sentarse al lado de los favoritos de la suerte, ofreciéndoles el cielo á cambio de una participación en el botín.

Apenas los oficiales dieron vista á la plaza en que se hallaba situado el alojamiento de su nuevo amigo, éste, que les aguardaba impaciente, salió á encontrarles; y después de cambiar algunas palabras á media voz, todos penetraron juntos en la iglesia, en cuyo lóbrego recinto la escasa claridad de una linterna luchaba trabajosamente con las obscuras y espesísimas sombras.

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