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Estuve en la plaza de San Marcos, platicando con unos criados de unos clarísimos , esta mañana, y hablando en las gacetas de la guerra, les dije que en Constantinopla se había sabido, por espías que estaban en España, que hay grandes prevenciones della, y tan prodigiosas, que hasta los difuntos se levantan, al son de las cajas, de los sepulcros para este efeto, y hay quien diga que entre ellos había resucitado el gran Duque de Osuna ; y apenas lo acabé de pronunciar, cuando me escurrí, por no perder tiempo en mis diligencias, y, dejando el seno adriático me sorbí la Marca de Ancona, y por la Romanía, a la mano izquierda, dejé a Roma, porque aun los demonios, por cabeza de la Iglesia militante, veneramos su población.

En la rica colección del duque de Osuna existen algunas comedias de poetas dramáticos antiguos, mencionados en la loa de Agustín de Rojas, cuyas obras se creían perdidas, como, por ejemplo: Los ojos del cielo, compuesta por el licenciado Justiniano. Sacóse en Valladolid, 30 de março de 1615. La famosa toledana, hecha por el jurado Juan de Quirós, vecino de Toledo.

Aunque el duque de Osuna esté en Nápoles, vieron anoche en Madrid á su secretario don Francisco de Quevedo y Villegas. ¡Que está don Francisco en Madrid! exclamó el autor de la compañía, ó como diríamos en nuestros tiempos, el representante de la compañía ; ¡bah! eso es mentira. Hubiera venido por aquí y yo le hubiera encargado un entremés.

por cierto; aquí le doy mesa y lecho; pero no para un momento; anda en ciertas diligencias del duque de Osuna, y concluidas que sean, marcha á Nápoles. Por lo mismo, es necesario que os apresuréis á atraérosle. ¿Y está por acaso en casa? No por cierto. ¿Pero vendrá? Vendrá indudablemente á la tarde. A la tarde vendré yo.

También llegaron hasta el Nuevo Mundo ramas del tronco principal. A principio del siglo XVI encontramos un Juan de Cervantes de corregidor de Osuna.

Ella, irritada por el recuerdo de aquella enormidad, sin atreverse á mirar á nadie frente á frente, temerosa de que el hombre á quien mirase fuese el autor de su vergüenza, con el duque de Osuna había sido con el único que había hablado sin empacho.

Dio la licencia don Quijote, y el cura y los demás le prestaron atención, y él comenzó desta manera: «En la casa de los locos de Sevilla estaba un hombre a quien sus parientes habían puesto allí por falto de juicio. Era graduado en cánones por Osuna, pero, aunque lo fuera por Salamanca, según opinión de muchos, no dejara de ser loco.

Al joven duque no le tocaba ahora más que seguir las operaciones iniciadas y aconsejadas por su hermana, para que, al cumplir los treinta años, se viera en posesión de fortuna suficiente al decoro de su rango. Mira a nuestro primo Osuna habíale dicho Eusebia.

Dormía en una inmovilidad absoluta, con los ojos entreabiertos y el rostro densamente pálido. Cuando a las tres de la tarde salió de aquel profundo letargo, supo, sin asombro alguno, que su esposa se había marchado en la diligencia de Lancia. Después de desahogar su ira la hija de Osuna, siguió por la calle del Cuadrante abajo, riendo todavía nerviosamente algún tiempo.

En la Biblioteca del duque de Osuna se encuentra el autógrafo de la comedia Peligrar en los remedios; al fin se dice: «Acabado sabado nuebe de diciembre 1634 para Roque de Figueroa.