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Adela, , había trabado amistades con una gruesa india que tenía ciertos privilegios en la casa de la finca, y vivía en otra cercana, donde pasaba Adela buena parte del día, platicando de las costumbres de aquella gente con la resuelta Petrona Revolorio: «y no crea la señorita que le converso por servicio, sino porque le he cobrado afición». Era mujer robusta y de muy buen andar, aunque esto lo hacía sobre unos pies tan pequeños que no había modo de que Petrona llegara a ver a «sus niños» sin que le pidieran que los enseñase, lo cual ella hacía como quien no lo quiere hacer, sobre todo cuando estaba delante el niño Pedro.

Estuve en la plaza de San Marcos, platicando con unos criados de unos clarísimos , esta mañana, y hablando en las gacetas de la guerra, les dije que en Constantinopla se había sabido, por espías que estaban en España, que hay grandes prevenciones della, y tan prodigiosas, que hasta los difuntos se levantan, al son de las cajas, de los sepulcros para este efeto, y hay quien diga que entre ellos había resucitado el gran Duque de Osuna ; y apenas lo acabé de pronunciar, cuando me escurrí, por no perder tiempo en mis diligencias, y, dejando el seno adriático me sorbí la Marca de Ancona, y por la Romanía, a la mano izquierda, dejé a Roma, porque aun los demonios, por cabeza de la Iglesia militante, veneramos su población.

Toda la tarde estuvieron platicando acerca de la ida al convento y también sobre cosas relacionadas con la parte material de su existencia futura. «En la partición dijo con cierto énfasis Maximiliano , me tocan fincas rústicas. Mi tía se enfadó porque deseaba para el dinero contante; pero yo no soy de su opinión; prefiero los inmuebles».

Pablo pasó el día entero poniendo en orden sus papeles, como si se despidiera del mundo; fray Anselmo, postrado en oración; don Fernando y doña Brianda, platicando sobre el poderío del primer Carlos y el segundo Felipe, que imponían al mundo su ley... El vizconde de la Ferronière se atusaba el bigote y ensayaba pasos y sobrepasos, danzas y contradanzas... Doña Inés se sonreía ante el espejo...

Creyendo necesario ponerme en antecedentes, me dijo que estos tales amigos se hallaban una tarde en el café de Levante platicando apaciblemente con él y otros varios, y que habiendo girado la conversación sobre varios temas, vino a parar, como tal vez solía acontecer, a los toros, y que haciendo uno el panegírico acabado de la plaza de Valencia, notable por su amplitud y solidez, otro manifestó inmediatamente que la tal plaza era un patio de vecindad comparada con la de Córdoba, a lo cual replicó el primero que mirase bien lo que decía, porque la plaza de Valencia tenía fama en todo el orbe.

Antonio Spinola con diez y ocho galeras Genovesas llegó á Constantinopla para traer al Marquesado de Monferrato á Demetrio, tercer hijo de Andronico, y de la Emperatriz Irene, y platicando con el Emperador del estado de las cosas de los Catalanes, el Spinola con mas temeridad que cordura ofreció de tomar á Galípoli, y hechar los Catalanes de Thracia, si le daba palabra de casar á Demetrio su hijo tercero con la hija de Apicin Spinola premio debido á tan señalado servicio.

Ya sabe Vd. lo que es esta dura profesión de las armas y por eso omito un discurso que ya antes hizo Don Quijote en un estilo que me sería imposible imitar. Sonrió el cura al escuchar aquella alusión al libro inmortal que siempre será caro a los españoles y a sus descendientes, y así en buen amor y compañía continuamos nuestro camino, platicando sabrosamente.

Anonadado por la terrible fatalidad, llevose la mano a la frente y, sin poder articular una sola palabra, una sola exclamación, saludó a don Alonso y volvió a encerrarse en su aposento. De ordinario, cuando la reunión comenzaba, hacía ya varias horas que don Alonso Blázquez se hallaba instalado en su sillón predilecto, frente a don Íñigo, platicando sin tregua.

Nada ocurrió aquel día digno de notarse, sino que Ponte mejoraba rápidamente, poniéndose muy gozoso con la visita de Obdulia, que estuvo cuatro horas platicando con él y con su mamá de cosas elegantes, y de sucesos rondeños anteriores en cuarenta años a la época presente.

Quedó Rocafort con ellos, y poco seguro de la determinacion que tanta gente junta pudiera tomar, y temiéndose de algunos caballeros, que aunque eran sus amigos, deseaban que el infante quedase á gobernarles, les dijo: que el caso de que se trataba no podia dicurrirse bien entre tantos, porque la multitud siempre trae consigo confusion, la cual no da lugar á considerarse por menudo las dificultades que suelen ofrecerse en materia de tanto peso; que se escogiesen cincuenta personas las de mayor crédito y confianza, para que estas fuesen platicando, y discurriendo el negocio con las conveniencias y contrarios que en el habia; y tomada la resolucion que les pareciese, la refiriesen á los demás, para que juntos libremente la condenasen, ó aprobasen, con que se escusarian los inconvenientes de haberlo de comunicar con tantos.