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Como todos los que lo son, receló que, si abusaba de la ventaja de reanudar aquellas relaciones amistosas después de tanto tiempo, prolongando mucho el coloquio, no era difícil que en el alma de Rafaela se desbaratase o se disipase el hechizo de la novedad y que el gusto se convirtiese en enfado.

Aquello no podía ser de peor pata. ¿Era que deseaban su muerte?... Y la pobre mamita, aterrada por los tétricos pronósticos del torero y su vehemente enfado, intentaba sincerarse. ¿Cómo iba ella a pensar en eso? Era una pobre que necesitaba ganarse una peseta para los pequeños. Había que tener buen corazón y dar gracias a Dios porque se había acordado de ellos, librándolos de miserias iguales.

No me enfado, Lucía... Si es tu gusto trasformarte en un semáforo y señalar todas las variaciones que experimento, ¿qué vamos a hacer? Es una prueba de amor que te agradezco. La generala creyó que debía continuar con el mismo tema.

No debía decírselo, pero se lo digo... Si yo pudiese amar á un hombre, ese hombre sería usted. Olvidó instantáneamente Ferragut todo su enfado para escucharla y envolverla en la luz admirativa de sus ojos. Freya volvió la cabeza al hablar, no queriendo verle, como si le pesase lo que estaba diciendo, y sus miradas vagaron por el amplio paisaje. El origen de Ulises era lo que le interesaba más.

Comprendió que le sobraba razón para encolerizarse y por un impulso noble de su naturaleza espontánea y justiciera le tendió la mano diciendo: Perdona, Manolo. Tengo el genio demasiado vivo y cuando me enfado digo cosas que nunca he pensado. El caballero de Medina te estrechó la mano, habló pocas más palabras y se despidió al cabo de algunos minutos con bastante frialdad. La boda de Pepa.

Solamente, querida, la necesidad de tu partida se impone más que nunca. Tu presencia haría más difícil la confesión de nuestro casamiento y aumentaría el enfado de mi madre. ¿Lo crees así? Estoy seguro. En cuanto expire mi licencia iré a reunirme contigo a Londres, y desde allí anunciaremos a mi madre nuestro matrimonio y el nacimiento de nuestro hijo.

Sabía esperar para pedir a tiempo, dejar pasar los primeros instantes de un enfado, no irritar el disgusto con respuestas y evocar, en ocasión propicia, el recuerdo de lo ofrecido. Los comienzos de su amistad fueron una especie de pacto contra el latín y contra aquel modo de enseñar la lengua del Lacio que hacía aborrecibles a Virgilio y a Cicerón.

no conoces cómo son nuestros odios había dicho algunas veces a su amiga la jardinera . En la vida vulgar son pocos los hombres que mueren de un disgusto. El que siente enfado se desahoga y recobra la tranquilidad. Pero en la Iglesia se cuentan a centenares los que mueren de un acceso de ira por no poder vengarse, porque la disciplina les cierra la boca y abate su cabeza.

Pero bárrese luego este nublado En llegando á ciudad que es populosa, Y allí le damos treguas al enfado. Y así vuesa merced, la mi Donosa, Tendrá mucho antes del tercero día Requiebro como el puño, en verso y prosa.

Al fin Reynoso la cortó jocosamente advirtiendo que les esperaba el almuerzo. Núñez se despidió. Durante el almuerzo Tristán se mostró tan taciturno que Clara, sorprendida y dolorosamente impresionada, no apartaba de él los ojos. Reynoso y Elena se dirigían miradas furtivas, sonriendo unas veces, otras sacudiendo la cabeza con señales de enfado.