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Ora le ensayaba sobre su cráneo de sacerdote la mitra demasiado estrecha o el capelo demasiado justo; ora la triple tiara pontificia, que parecía fabricada en un todo para su cabeza, única y sublime. Una aclamación de multitud universal estallaba a sus pies, y sentíase flotar, excelso y rígido, sentado en un trono resplandeciente.

Quilito ensayaba el frac delante del espejo. ¡Cuán equivocada estaba! era excelente... y luego tan cariñoso con sus hermanas, y Susana y Angelita se lo merecían todo, francamente. ¿No le parecía que los faldones no caían bien? Lo que no cae bien replicó con acritud misia Casilda, es tanto elogio de osa gente en tu boca.

Era una criatura que amaba y buscaba la luz del sol, el ruido y los movimientos de la vida, que todo lo ensayaba teniendo fe en las alegrías nuevas, y que hacía nacer la bondad en los ojos de todos los que la miraban.

La puerta se abrió y la doncella nos recibió en un saloncillo que precedía al cuarto de vestirse de Jenny. Por la puerta entreabierta venía hasta nosotros una viva luz, un olor de agua de tocador y un susurro de palabras. De pronto se oyó una vocalización; era que la cantante ensayaba, sin cuidarse de nuestra presencia, mientras cambiaba de traje.

Pablo pasó el día entero poniendo en orden sus papeles, como si se despidiera del mundo; fray Anselmo, postrado en oración; don Fernando y doña Brianda, platicando sobre el poderío del primer Carlos y el segundo Felipe, que imponían al mundo su ley... El vizconde de la Ferronière se atusaba el bigote y ensayaba pasos y sobrepasos, danzas y contradanzas... Doña Inés se sonreía ante el espejo...

Cada vez que Minghetti volvía a la escena, la de Reyes ensayaba la repetición del lance que tan bien le había sabido, y las más veces con buen éxito; pues, fuera casualidad, o que el cantante tuviera la costumbre de mirar mucho a los palcos y fijarse en quien le admiraba, y coquetear en toda clase de papeles y circunstancias escénicas, ello fue que el placer solicitado por los gemelos de Emma se renovó en varios trances de los más serios y apurados de la ópera; y eso que el barítono no cesaba de regañar con la Reina, siempre desesperado por la huida a Francia de la otra.

Pablo, que había concluido su compromiso en el regimiento, dejó el servicio y volvió a París con su joven cantora de opereta... luego fue una bailarina... después una cómica... más tarde una amazona del circo. Ensayaba todos los tipos. Así vivía con la brillante y miserable vida de los desocupados.

Pueblos y reyes, todos deliraban por obtenerlo. Ya no era posible equilibrar los gastos con los ingresos. Moneda falsa ó de baja ley, crueles pleitos y guerras atroces, todo se ensayaba, mas el oro no venía. Los alquimistas prometían hacerlo, pronto, muy pronto, pero era preciso esperar.

Jamás había incurrido en estas vulgaridades de tendero rico el señor marqués, ni su familia le había visto tan polilla ni tan desmañado. A ratos se encerraba en su despacho y ensayaba a toda voz desde el sillón de su mesa, con la salvadera en la mano, los párrafos culminantes de su discurso. Le salía tal cual; pero le costaba mucho trabajo estamparle bien en la memoria.

Podían atestiguarlo los pescozones con que don Eugenio había saludado a su querido dependiente un lunes en el almacén, cuando vio a Melchor que, recordando el drama El jorobado, se creía un Lagardére, y con una vara de medir ensayaba la gran estocada de Nevers, acribillando los fardos de un modo que hacía temblar por la integridad de los géneros.