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El buen hombre se contentaba con toser, guiñaba á su oficial y miraba hácia la calle, como para decirle: ¡Pueden espiarnos! ¡Por lo de la opereta! continuó el obrero. ¡Ohó! exclamó uno que tenía cara de simple; ¡ya lo decía yo! Por eso... ¡Hm! repuso un escribiente en tono de compasion; lo de los pasquines es cierto, Chichoy, ¡pero te daré su explicacion!

Selección de la opereta "El Soldado de Chocolate", O. Strauss. Banda del Cuartel General. Valses "Loveland", Holzmann. Banda Municipal. Valses de "La Corte de Faraón", V. Lleó. Banda del Cuartel General. "Viaje á un Ingenio", Tomás. Banda Municipal. Danzón de Romeu "El barbero de Sevilla", F. Rojas. Banda del Cuartel General. Two Step "Cubanita", Marín Varona. Banda del Cuartel General.

Las señoras viejas, los niños y los domésticos presenciaban el arreglo de esta procesión agolpados en puertas y ventanas. Isidro daba el brazo a la tiple noble de la compañía de opereta, dueña voluminosa, de cara herpética, que ostentaba sobre la pechuga una condecoración turca.

Los jesuítas, con su astucia, adivinaron que había que dar al culto una atracción teatral, mezclar la liturgia con la opereta, y por eso sus iglesias, doradas, alfombradas y floridas como tocadores, se ven llenas, mientras las viejas catedrales suenan a hueco como tumbas.

Y en colaboración con V. Busnach: Manzanita, opereta de Offenbach. Ludovic Halévy fue elegido académico, y en la sesión pública del 4 de febrero de 1886, ocupó el sillón vacío por muerte del Conde D'Haussonville.

Esta música alemana no puedo sufrirla. ¿Por qué no estudias un valsecito francés, alegre, o un aire de opereta? Mira, ¡Madame Angot! eso es música. Susana era muy bonita y muy simpática; un terroncito de azúcar, una paloma, un dije: todas las hipérboles de la comparación, no alcanzarían nunca a dar una idea exacta de lo que era esta niña hechicera, sin hiel y sin malicia.

Hace rato que lo sabría usted si me hubiese dejado hablar... Es la mujer del director de orquesta de la compañía de opereta: un rubio de cara granujienta, que se pasa día y noche en el café tomando bocks con los de su tropa. Buen colador; hay veces que los redondeles de fieltro se amontonan en su mesa como una columna... Y cuando no toma cerveza, admite whisky o lo que caiga.

Pablo, que había concluido su compromiso en el regimiento, dejó el servicio y volvió a París con su joven cantora de opereta... luego fue una bailarina... después una cómica... más tarde una amazona del circo. Ensayaba todos los tipos. Así vivía con la brillante y miserable vida de los desocupados.

Estuve en dos o tres teatros. Son de estilo inglés, generalmente pequeños y bonitos. En uno de ellos vi la famosa opereta Patience, crítica acerba de la última plaga de la literatura inglesa, el estetismo; esto es, la lánguida aspiración al ideal, traducida en maneras vaporosas, en posturas de virgen rosácea, en grupos de un helenismo rococó.

Hay para todos los gustos... Y cinco o seis cocotas francesas, que van allá por sexta vez porque han recibido buenas noticias de la cosecha, las personas más tranquilas, calladas y modositas de a bordo; y todo el rebaño de cabras rubias y locas de la compañía de opereta; y un sinnúmero de comisionistas de modas y joyería, machos y hembras; y unas dos docenas de comerciantes alemanes establecidos en América, cuadrados, bonachones, calmosos, pero que sacan unas uñas de tigre cuando hablan de negocios... y judíos, muchos judíos.