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¿Pero qué culpa tengo yo de no querer a mi marido? manifestó la pecadora de la manera sofocada e intermitente que el llanto le permitía . Yo no lo puedo remediar. Yo no me casé por lo que la señora dice, sino porque estaba equivocada, porque veía las cosas de otro modo que como son. A mi marido no le quiero, ni le querré nunca, aunque me lo manden todos los santos de la Corte celestial.

Tambien esta aseveracion es equivocada: en primer lugar la Albayda está al norte de la ciudad, no al occidente, como era menester que estuviese para dejar ileso el texto de S. Eulogio; en segundo lugar, en la Albayda no se han descubierto jamás rastros de edificacion que puedan suponerse de aquella fecha.

De todas maneras es equivocada la afirmación de Nasarre, Luzán y Lampillas, de que se representó una pieza de Encina en las bodas de D. Fernando y Doña Isabel; pues además de que, como dijimos antes, hay razones para dudar, que con este motivo se hiciese representación alguna, se deduce claramente de su Tribagia que no podía haberlas escrito hacia esa época, pues dice en ella que en la primavera de 1519 tenía sólo cincuenta años, y en este caso debió nacer hacia el año de 1469, justamente cuando se celebró ese himeneo.

Veo que estás equivocada, y no lo extraño; porque no tratándose de amores no estás en tu juicio; además, el corazón y las pasiones jamás supieron descurrir. Deja el asunto; te lo suplico por tus innumerables queridos ... ¡Oh, bellísima JUNO, tan celosa como vengativa!

'Todavía no hay nada', fue lo que dijo Quevedo al volver a la Cava. Presunción equivocada, falsos síntomas. Luego la cosa está próxima. Estamos en Marzo. Bien, no me falta más que averiguar la casa. Si me dejara llevar de la inspiración, aseguraría que es la misma casa aquella, la de los escalones de piedra.

Acaso Lope haya escrito lo y esté equivocada la Parte XIII. NARVÁEZ. Parte XIII. Corrección de Hartzenbusch. Como en el famoso juramento del Marqués de Mantua: "Juro por Dios poderoso, Por Santa María su madre... De no vestir otras ropas Ni renovar mi calzare."

Pero el hacerlo sin tentar de algún modo su proyecto, le dolía tanto que permaneció inmóvil, a despecho de la mirada de despedida que aquél le estaba clavando. No me sorprende su generosidad dijo. Su señora hermana me había hecho muchos elogios de su corazón, y veo que no estaba equivocada. Supongo que a nadie más que a mi hermana habrá usted oído hacer elogios de mi corazón.

Disculpad que os hable así, porque me veo obligada, a pesar mío, a sospechar de vuestra sinceridad. Nada de eso, querida Marta, estáis equivocada. El asunto de que habláis no puede tener influencia sobre nuestro afecto recíproco ni afectar en nada mi lealtad. ¿Por qué ese interés en ocultarme esa razón con tanto empeño?

Para facilitarle la labor, traté de destruir los obstáculos de mayor bulto. Díjela que era muy natural que siendo yo la causa de sus dolores, y por unos motivos tan escabrosos, se resistiera ella a comunicarme lo que sentía; porque esto, en su inexperiencia, no lo creía posible sin lastimarme. ¡Qué equivocada estaba! Lo que a me lastimaba, hasta acongojarme, era su silencio melancólico.

Si a Isidora le hubieran dejado caer de un golpe sobre el corazón todas las cataratas del Niágara, no habría experimentado sensación más dolorosa de choque duro y frío. Quedó convertida en estatua, y sus lágrimas se secaron, evaporadas por el vivo calor interno que le salió a los ojos. ¡Completamente equivocada!