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Para facilitarle la labor, traté de destruir los obstáculos de mayor bulto. Díjela que era muy natural que siendo yo la causa de sus dolores, y por unos motivos tan escabrosos, se resistiera ella a comunicarme lo que sentía; porque esto, en su inexperiencia, no lo creía posible sin lastimarme. ¡Qué equivocada estaba! Lo que a me lastimaba, hasta acongojarme, era su silencio melancólico.

He puesto entre nosotros el único obstáculo que puede separarnos sin idea de retorno. Me arrojé a sus pies, la tomé las manos sin que resistiera, sollozando. Tuvo un momento de debilidad que le cortó la palabra, retiró las manos y me las volvió a dar tan pronto como hubo recobrado su firmeza. Yo haré todo lo posible por olvidarle. Usted olvídeme. Eso le será más fácil todavía.

Es triste cosa haber llegado a tal extremo por las torpezas de nuestros reyes; pero una vez aquí, no hay más remedio que someterse a lo que la Providencia ha querido hacer de nosotros. España no puede resistir la invasión, porque si la resistiera haría un milagro, una sobrenatural hazaña nunca vista.

No había marchanta que resistiera a las gracias, al donaire y a la fuerza de las evoluciones de aquellos hechiceros. Pero éstos eran los tenderos dandys; había además los tenderos sirenas, llamados así porque su cuerpo estaba dividido por la línea del mostrador como el de la encantadora deidad de los mares está dividido por la línea del agua.

Era defensor de un tal Darwin, que sostenía que el hombre es pariente del mono, lo que regocijaba a la indignada doña Bernarda, haciéndola repetir todos los chistes que a costa de esta locura soltaban sus amigos los curas los domingos en el púlpito. Y lo peor era que con tales brujerías, no había enfermedad que se resistiera al doctor Moreno.

Ni aun las ramas más altas de los árboles de la huerta se movían, y el disco de Parson, inmóvil, miraba a la inmensidad como una pupila cuajada y moribunda. De doce a tres, se suspendía todo trabajo en la casa, porque no había cuerpo ni espíritu que lo resistiera.

El caballo de doña Sol se levantó varias veces sobre las patas de atrás, poniéndose casi vertical, con la tripa al descubierto, como si se resistiera a pasar adelante; pero la fuerte amazona lo obligaba a seguir la marcha. Gallardo agitaba su garrocha dando gritos que eran verdaderos mugidos, lo mismo que en las plazas, cuando incitaba a las fieras para que entrasen en suerte.

Cuando no reinaba calma, la ventolina soplaba por la misma proa. ¡Parecía cual si el islote se resistiera á dejarnos libre aquel difícil paso en medio del cual se levanta!

Quedaba la cuestión más grave; el permiso de su padre. Obdulia la presentó desde luego como muy ardua. Osuna no tenía más hija que ella. Era verosímil que se resistiera a perderla para siempre. Mostrábase reacia, temerosa, para hablarle: dejó trascurrir días y días sin intentarlo. El P. Gil la animaba representándole que nada reprobado iba a solicitar de él.

Pero que no se resistiera; ya le amaría con el tiempo; él lograría conquistarla en fuerza de cariño y de adoración. ¡Ay! con sólo su amor, había para los dos y para todos los amantes famosos en la historia.