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El pasaje copiado contiene, sin duda alguna, la apología más ingeniosa y elocuente del teatro nacional, que en España, en donde la práctica ha sido tan superior á la teoría, reinó como soberano, y al mismo tiempo una réplica satisfactoria á los ataques de Figueroa, de Villegas y de otros clásicos. Dejemos ahora los principios teóricos de Tirso, y ocupémonos en el examen de sus obras dramáticas.

Quince días permaneció oculto don Diego Villegas, en una celda, y era ya opinión de muchos que tal vez se habría fugado, cuando el día 6 de Mayo, en las primeras horas de la noche, oyeron los frailes un gran ruido, y acudiendo á un patio, vieron en él destrozado el cuerpo del matador de Alcázar. Don Diego Villegas se había arrojado desde la ventana de su celda.

Por fortuna, no hay bien ni mal que cien años dure; alguno ha de hablar conmigo, que no han de tenerme emparedado, y entonces ya sabré yo lo que me pasa, más por lo que no me digan que por lo que me quieran decir. Interrumpió á Quevedo el ruido de una llave en una cerradura, sintió pasos y una voz desconocida que le dijo: Sígame vuesa merced, señor don Francisco de Quevedo y Villegas.

De Juan Bautista Villegas existe, entre otras, una titulada El sol á media noche y las estrellas á medio día, atribuída por Pellicer, no se sabe cómo, al otro Villegas más antiguo mencionado en el Viaje entretenido, de Agustín de Rojas. Su argumento está sacado de los Evangelios: comienza con la Anunciación y termina con la Adoración de los Reyes.

Mi buen amigo y alcalde don Rodrigo de Odría: Hanme dado cuenta de que, en deservicio de Su Majestad y en agravio de la honra que Dios me dió, ha delinquido torpemente Juan de Villegas, empleado en esta Caja real de Lima.

Aunque el duque de Osuna esté en Nápoles, vieron anoche en Madrid á su secretario don Francisco de Quevedo y Villegas. ¡Que está don Francisco en Madrid! exclamó el autor de la compañía, ó como diríamos en nuestros tiempos, el representante de la compañía ; ¡bah! eso es mentira. Hubiera venido por aquí y yo le hubiera encargado un entremés.

Entonces salió de su casa, pues nadie había presenciado el crimen, y en la calle acertó á encontrarse á dos señores, que eran don Felipe y don Buenaventura Alcázar, primos de la víctima, y á los cuales dijo Villegas que había matado á un hombre y les rogaba les diesen asilo.

Del manuscrito del Inventario debió tomar este relato el editor de la Diana, redactándolo más retóricamente, sin que sepamos los motivos que haya tenido Antonio de Villegas para no reclamar la paternidad de la historia.

Hay además otros muchos escritores, ya en parte mencionados en el segundo libro de esta HISTORIA, que prosiguieron componiendo comedias en el presente período. Tales son Alonso y Pedro de Morales, Grajales, Zorita, Mesa, Sánchez, Ríos, Avendaño, Juan de Vergara, Villegas, Castro y otros. En lo sucesivo trataremos de algunos cuando hablemos de los más célebres autores.

Ningún libramiento se pagaba si no llevaba el cúmplase de letra del virrey, y con su firma al pie. Muchos de estos documentos fueron falsificados por Villegas.