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La opinión de algunos, de que Lope fué solo el editor, y que hubo realmente un poeta llamado Burguillos, á quien se deban, no parece apoyarse en ningún sólido fundamento; Quevedo, en la aprobación del libro que precede á la primera edición, dice casi claramente que nuestro poeta y el pretendido autor son una sola persona .

El nuevo editor de Los Orígenes, de Moratín, demuestra con extractos de manuscritos del Archivo de la ciudad de Barcelona, que en ella, ya en el siglo XIII, se representaron dramas religiosos y otras fiestas, y da noticia de una farsa satírica, titulada Mascarón, que encontró en manuscritos del siglo XIII y XIV (los cuales pasaron de los Archivos de Ripoll y de San Cugat del Vallés al de la corona de Aragón). En esta pieza, Mascarón, como representante del infierno, acusa por sus pecados al linaje humano ante el tribunal de Dios;

D. Nicolás Antonio y La Huerta dicen que lo fué la villa de San Esteban de Gormaz, en Castilla la Vieja, y Montalbán, en su Para todos, que Madrid; pero el editor de Los hijos ilustres de Madrid, ha demostrado que ambas afirmaciones son falsas, porque consta de documentos existentes que D. Francisco de Rojas Zorrilla nació en Toledo, y que fué hijo del alférez D. Francisco Pérez de Rojas y de Doña Mariana de Besga Ceballos.

Sólo salvaba yo la monotonía de este libro y cifraba su variedad en el ingenio diverso de cada escritor, en el sesgo que atinase a dar al asunto, y en lo singular de su estilo, pensamientos y sentimientos. Nunca pensé que el editor desease que escribiésemos una reseña erudita, una serie de vidas de todas las mujeres célebres de cada provincia.

Así la novela, como hija de distintos progenitores, venía á ser la cosa más pintoresca, variada y original del mundo, y bien podía decir su autor: «yo, el menor padre de todos....» Imprimía, porque ningún editor la quería tomar, aunque yo, llevando mi modestia hasta lo sublime, la daba por ochenta reales al contado, y otros ochenta, pagaderos á plazos de dos duros en dos años.

Gran cantidad de las patrañas que circulan sobre nuestras colonias dijo Ojeda son obra de un editor. Los libreros tuvieron gran influencia en la historia de América. Y muchas de las mentiras que circulan con un carácter tradicional contra los españoles coloniales las inventó un librero flamenco.

De los "inolvidables" no debe de faltar ninguno. Si se advierte llenura en la selección, entiéndase que el editor tiene sus exigencias y que este volumen ha de contar predeterminado número de páginas. Por añadidura, tratándose de exhumar una literatura inédita para muchedumbre de españoles, pide la discreción entregar al lector los mayores elementos de juicio en cantidad y calidad.

Se revisó, pues, el tomo I, ya publicado, se le hicieron algunas innovaciones y adiciones, se le pusieron más notas, se distribuyó en capítulos, etc..., y cuando ya estaba pronto para la impresión, y hasta escrito y firmado el recibo de pago de su propiedad, faltando sólo que el editor se llevase el original para la imprenta, se presentó éste en casa del traductor para participarle que había variado de resolución, y que ya no lo publicaba.

Antes de escribir se consulta el gusto del vulgo, para que la tirada del libro sea grande o la sala de espectáculos esté repleta muchas noches. Y luego, estos inventores de sonoras maldiciones al dios amarillo, cuando llega el ajuste de cuentas con el editor o el empresario, son capaces de andar a cachetes por peseta más o menos... No, Ojeda; yo prefiero la franqueza brutal.

El libro también necesita sujetarse á la influencia de estos dos factores; pero un editor de novelas impresas puede establecerse en cualquier parte donde existan imprentas y almacenes de papel, y le bastan unos cuantos miles de pesetas para publicar sus primeros volúmenes. Las casas editoriales de cinematografía necesitan capitales de millones y crear por su propia cuenta inmensos talleres.