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Actualizado: 16 de junio de 2025
Pero el pobre don Cayetano había caído en su lecho para no levantarse. Allí vivió, siempre contento, dos años más. Acabó su peregrinación en la tierra cantando y recitando versos de Villegas.
En seguida se sentó junto á la mesa, y abrió su libro de devociones. No tardó mucho un gentilhombre en decir á la puerta de la cámara: Señor: don Francisco de Quevedo y Villegas, del hábito de Santiago, señor de la Torre de Juan Abad. Y pobre dijo entrando en la real cámara Quevedo. Se detuvo el gentilhombre y Quevedo adelantó. El rey seguía leyendo, como si no hubiera visto á Quevedo.
El más implacable de todos fué el célebre D. Francisco de Quevedo y Villegas , que publicó un libelo contra el Dr. Juan Pérez de Montalbán, graduado no se sabe en dónde ni en qué facultad.
El Don Quijote apareció al comenzar el año de 1605; pero el efecto que hizo así en España como en toda Europa, no contribuyó á mejorar la suerte de su autor, sino más bien á empeorarla por los ataques que se le dirigieron, ya por poetas mal intencionados, aunque famosos, como Góngora, Cristóbal Suárez de Figueroa y Esteban Manuel de Villegas, ya por los ciegos parciales de Lope de Vega, porque en el diálogo con el canónigo no se le había colmado de tan desmedidos elogios como ellos deseaban.
De los farsantes que han hecho Farsas, loas, bailes, letras, Son Alonso de Morales, Grajales, Zorita, Mesa, Sánchez, Ríos, Avendaño, Juan de Vergara, Villegas, Pedro de Morales, Castro, Y el del hijo de la tierra, Caravajal, Claramonte, Y otros que no se me acuerdan, Que componen, y han compuesto Comedias muchas y buenas. ¿Quién á todos no conoce? ¿Quién á su fama no llega? ¿Quién no se admira de ver Sus ingenios y elocuencia?
Y recitaba la tierna poesía de Villegas hasta el último verso, con lágrimas en los ojos y agua en los labios. La mayoría del cabildo absolvía de esa falta de formalidad al Arcipreste a condición de que se le tuviera por chocho.
6 La Virgen de los Desamparados de Valencia, de Marco Antonio Ortiz. 7 Duelo de honor y amistad, de D. Jacinto de Herrera. 8 Selva de amor y celos, de D. Francisco de Rojas. 9 El más piadoso Troyano, de D. Francisco de Villegas. 10 Pelear hasta morir, de D. Pedro Rosete Niño. 11 El legítimo bastardo, de D. Cristóbal de Morales. 12 El afanador de Utrera, de Luis de Belmonte.
Tal es el suceso ocurrido á la ronda de noche en 1642, digno, por cierto, de ser recordado entre las curiosas memorias sevillanas de otros tiempos. Vivió en Sevilla un caballero, de nombre don Diego Villegas, que tenía el cargo de Juez Contador Mayor de la Casa de Contratación, era persona muy bien relacionada y tenía muchos y buenos amigos.
¿Y qué habéis pensado de la reina? Dejándome guiar de las apariencias, hubiera pensado de ella mal si don Francisco de Quevedo y Villegas, mi amigo, no me hubiera hablado de su majestad bien. Si os guiáis por las apariencias, debéis haber pensado de mí muy mal. Yo... séquese mi pensamiento, si llego á pensar de vos...
Muchas páginas ocuparían las historietas picantes en que figura el nombre de Amat unido al de Micaela Villegas, la Perricholi, actriz del teatro de Lima.
Palabra del Dia
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