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Actualizado: 16 de julio de 2025


Después, prosiguió: «Los causantes han sido, don Francisco de Quevedo y Villegas, del hábito de Santiago, y don Juan Téllez Girón, homicidas, al menos por intento, de don Rodrigo Calderón.

El capitán Juan Montiño contestó don Juan. Rechinaron los cerrojos del postigo, que se abrió á medias. Entrad dijo la mujer. Y cuando don Juan hubo entrado, el postigo volvió á cerrarse. Esperad dijo Quevedo conteniendo con la mano el postigo ; aún queda uno, digo, si no es que yo sobro, que me alegraría. ¿Sois don Francisco de Quevedo y Villegas? Créolo así.

Cuando el virrey conde de Castellar, que a la sazón contaba cuarenta y seis años, vino a Lima, trajo en su compañía, entre otros empleados que habían comprado sus cargos en la corte, a don Juan de Villegas.

Es don Francisco de Quevedo y Villegas, señor dijo el ayuda de cámara. ¡Ah! pues creo, Dios me perdone, que estamos perseguido por don Francisco. Perdóneme vuestra majestad, señor dijo Quevedo con voz campanuda y vibrante ; yo he sido llamado; que si llamado no fuera, no aportara yo en todos los años de mi vida por vuestra cámara.

7 Don Diego de Noche, de D. Francisco de Rojas. 8 La morica Garrida, de Juan Bautista de Villegas. 9 Cumplir dos obligaciones, de Luis Vélez de Guevara. 10 La misma conciencia acusa, de D. Agustín Moreto. 11 El monstruo de la fortuna, de tres ingenios. 12 La fuerza de la ley, de D. Agustín Moreto. 1 Darlo todo y no dar nada, de D. Pedro Calderón. 2 Los empeños de seis horas, de D. Pedro Calderón.

El diablo predicador, en dos manuscritos de la biblioteca del duque de Osuna, se atribuye á Francisco de Villegas; particularidad que, no siendo autógrafos estos manuscritos, nada prueba contra la opinión común de que fuera su autor Belmonte.

Ya está, señor dijo Ledesma. Ahora aparte: comuníquese urgentemente orden al alcalde mayor, para que luego haga prender, donde los halle, á don Francisco de Quevedo y Villegas y á don Juan Téllez Girón, como causantes de la herida de don Rodrigo Calderón, y pase de oficio para que sin levantar mano se empiece á formar el proceso; que cada oficial extienda una de esas minutas y traédmelas para el despacho de su majestad.

Gonzalo de Ulloa y Sandoval. Manuel de Vargas. Francisco de Victoria. Francisco de Villegas. Melchor de Valdés Valdivieso. Fernando de Vera y Mendoza.

Cristóbal de Mesa, Rimas: 1611, fols. 187 y 216. Artieda, Discursos y epigramas, fol. 87. Villegas, Eróticas, epíst. 7.ª Figueroa, El pasajero: Madrid, 1607, fols. 103 y 108.

Don Francisco de Quevedo y Villegas, del hábito de Santiago, señor de la torre de Juan Abad, y secretario del virrey de Nápoles, solicita urgentemente y para asuntos graves, una audiencia de vuestra majestad. No me dejarán parar dijo el rey con disgusto . ¿Y quién ha dicho á don Francisco que yo estoy aquí?

Palabra del Dia

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