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Avendaño su amigo, viéndole muchas veces melancólico e imaginativo, fiado en su amistad, se atrevió a preguntarle la causa, y se obligó a remediarla, si pudiese y fuese menester, con su sangre misma.

En fin, el de la plática fué disponer Carriazo la voluntad de Avendaño de manera, que determinó de irse con él a gozar un verano de aquella felicísima vida que le había descrito, de lo cual quedó sobremodo contento Carriazo, por parecerle que había ganado un testigo de abono que calificase su baja determinación.

Llegaron, y cuando creyó el criado que sacaba Avendaño de las bolsas del cojín alguna cosa con que beber, vió que sacó una carta cerrada, diciéndole que luego al punto volviese a la ciudad y se la diese a su ayo, y que en dándosela les esperase en la puerta del Campo.

Su verdadero apellido no era Bezón, porque, según aseguran los cronistas de la hermandad antes citada, era hija de uno de los poetas más famosos y más distinguidos, que escribieron comedias para el teatro en el reinado de Felipe IV , y fué criada en secreto por Juan Bezón, cómico, de la compañía de Cristóbal de Avendaño.

Cruzando llanuras estériles y pardas, entrecortadas por una que otra serranía de aspecto semejante al lomo esquilado de las mulas, evitando los pueblos, y durmiendo a cielo abierto donde le tomaba la noche, llegó una mañana a la vista de la célebre ciudad de los concilios y espaderías, sin más incidente de importancia, en el camino, que una sorpresa de salteadores, cuyo jefe, el famoso golfín Avendaño, admirado de su valor, hízole devolver las joyas y el dinero y ofreció recibirle en su banda como segundo.

Entrabase la noche, y la fregona no salía; desesperábase Carriazo, y Avendaño se estaba quedo; el cual, por salir con su intención, con excusa de preguntar por unos caballeros de Burgos que iban a la ciudad de Sevilla, se entró hasta el patio de la posada; y apenas hubo entrado, cuando de una sala que en el patio estaba vio salir una moza, al parecer de quince años, poco más o menos, vestida como labradora, con una vela encendida en un candelero.

A estos dos caballeros mozos, como quien han de ser las principales personas deste cuento, por excusar y ahorrar letras, les llamaremos con solos los nombres de Carriazo y de Avendaño.

Las últimas contienen cinco tragedias, que, si bien se imprimieron más tarde, aparecieron ya en el teatro de 1580 á 1590, y formaron en él época . Por ellas se sabe que las composiciones dramáticas se dividían ya generalmente en tres actos ó jornadas, aunque parezca oponerse á este aserto el dicho de Virués, confirmado por Lope de Vega, de haber sido el primero á quien se debió esta innovación, puesto que no sólo lo contradicen Artieda y Cervantes, sino también Francisco de Avendaño, anterior á ellos .

Lo poco o nada que Avendaño comía admiraba mucho a Carriazo. Por enterarse del todo de los pensamientos de su amigo, al volverse a la posada, le dijo: Conviene que mañana madruguemos, porque antes que entre la calor estemos ya en Orgaz.

Puestos, pues, a la ligera y del modo que Avendaño quiso y supo, se pusieron en camino de Toledo ad pedem litteræ y sin espadas; que también el ropero, aunque no atañía a su menester, se las había comprado.