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Los días de fiesta suele cruzar por el horizonte un vapor que no se cansa jamás de silbar. Parece un espectador de los dramas de Catalina. He querido averiguar cuál era el precio del pasaje, y me han dicho que por recorrer todas las costas del estanque, deteniéndose en los puntos más notables y dignos de verse, se pagaba, en cámara de primera, diez céntimos.

Con esto Maruli volvió á Constantinopla, y desengañó al emperador, que si no pagaba el ejército por entero no habia de tratar de conciertos.

El Cardenal, en Bruselas, pagaba una compañía de nuestros actores ingleses. El rey de Francia permite la existencia de ciertas compañías en París, Orleans y otras ciudades: lo mismo hace el rey de España en Sevilla, Madrid y otras provincias.

El era quien pagaba; por lo tanto, tenía derecho a prohibir la entrada en aquella casa a quien le pareciese. La disputa se fué agriando en términos que ambos levantaron bastante la voz, sobre todo Amparo, en quien a poco que la rascaran aparecía la criatura de plazuela. Cruzáronse frases de pésimo gusto, aunque pintorescas.

En otro sitio hubiese adquirido Isidro los mismos muebles a menos precio. Pagaba el parentesco y la vergüenza del regateo. Compraron una camita dorada, una mesa de escribir, otra de comedor, varias sillas y un colchón con almohadas y dos mantas.

Para ello, anunció con dos días de anticipación a la familia, que el viernes debía dormir en Sarrió, a causa de una sesión del ayuntamiento, que presumía había de ser borrascosa. De nada menos se trataba que del nombramiento de uno de los dos médicos del partido, que la corporación municipal pagaba. Los de Maza tenían su candidato y los de don Rosendo también.

En vista de estas y de otras reflexiones, y de no pocos indicios y pruebas que vinieron después, el pobre Mutileder tuvo al fin que abrir los ojos, y que reconocer que Echeloría se había dejado querer, y hasta que pagaba a Salomón su cariño, queriéndole y siendo infiel y perjura a su Mutileder y a los juramentos hechos en Aratispi y en Churriana.

Allí fue la primera decepción. La portera le dijo que efectivamente había vivido en la casa una chica que era del treato, pero que el mes anterior la desahució el amo porque no pagaba, y además por escandalosa y descarada.

Guzmán iba allí a lo que hemos visto, y nada más; y eso porque sentía en su alma cierto extraño apetito que no se calmaba sino con aquel sencillo manjar, que él pagaba, no siéndole permitidos mayores lujos, con los más caros y caprichosos juguetes que hallaba en Madrid o en cualquiera parte del mundo por donde anduviera.

En cualquier otro punto de España habrían sufrido resignados los toreros esta demora. La estancia en el hotel la pagaba el espada en todas partes menos en Madrid. Era una mala costumbre establecida hacía tiempo por los maestros vecinos de la capital. Se suponía que todos los toreros debían tener en la corte domicilio propio.