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Pero como no constaba el nombre de la madre y sólo el amor que decía haberla tenido el duque, Jerónimo Martínez Montiño, empeñado en saber quién era la madre de don Juan, se trasladó á Madrid, y tanto preguntó á amigos, á conocidos, acerca de una dama á quien hubiese amado mucho el duque de Osuna en cierta época, que hubo de saber que el duque había andado enamorado de la duquesa viuda de Gandía, pero sin obtener nada.

Sed prudente por vos misma, que ya podremos comunicarnos sin que os comprometáisEran cerca de las doce cuando el duque de Osuna acabó de componer las anteriores líneas.

Y doña Clara pronunció la palabra «cocinero mayor» de una manera singular, en que había mucho de repugnancia propia. Pero se parece al gran duque de Osuna insistió sonriendo la reina , sobre todo cuando se entusiasma. Pues peor, señora, peor. ¡Oh! ¡Peor! , por cierto.

A lo que él respondió: -Yo, señor gobernador, me llamo el doctor Pedro Recio de Agüero, y soy natural de un lugar llamado Tirteafuera, que está entre Caracuel y Almodóvar del Campo, a la mano derecha, y tengo el grado de doctor por la universidad de Osuna.

En eso estoy repuso ella con firmeza, y para eso te lo he confesado. Osuna le clavó una mirada de sorpresa y curiosidad. Vamos dijo al cabo con sonrisa sarcástica, ha habido rompimiento. Poco importa que haya uno u otro respondió con acento desabrido. Lo que me interesa en este momento es que no pague yo sola la culpa que es de los dos... de él principalmente.

5 El Caballero de Gracia, del maestro Tirso de Molina. 6 El pronóstico de Cádiz, de D. Alonso de Osuna. 7 La trompeta del juicio, de D. Gabriel del Corral. 8 Prodigios de amor, de Villaviciosa. 9 El Amor enamorado, de D. Juan de Zavaleta. 10 El esclavo del más impropio dueño, del maestro Roa. 11 El socorro de los mantos, de D. Carlos de Arellanos.

Don Juan, pues, tenía fiebre. Pero enérgico, valiente, acostumbrado á acometer de frente las contrariedades vulgares que hasta entonces había experimentado, acometió de frente la dificultad excepcional en que se encontraba metido, y dijo para : El ser yo hijo de Osuna, ya no tiene remedio; en cuanto á doña Clara, será mi esposa, porque lo quiero; Dorotea... Dorotea será mi hermana.

Copiaremos, por lo curiosa, una de las escenas de este drama. El duque de Osuna se encuentra en Francia, y desea conocer el teatro de esta nación. Entra en uno de los edificios destinados á este espectáculo, y se le ve en un palco aludiendo, sin duda, á los verdaderos aposentos del corral: DON PEDRO. ¿Quién duda que es gran comedia, Pues tanta gente ha venido?

Y aquella cita fuera de la casa de la comedianta, entre ésta y el bastardo de Osuna, en que intervenía el tío Manolillo, asustaba á Quevedo. Por la primera vez de su vida procuró correr. No pudo; pero por la primera vez de su vida, á pesar de la defectuosa configuración de sus pies y de sus piernas, anduvo de prisa. La calle á donde se encaminaba estaba cerca de un extremo de Madrid.

Capellán de la iglesia del Santo Sepulcro, que forma parte de la monumental Colegiata de Osuna.