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Actualizado: 2 de mayo de 2025


Esto la reconciliaba con el P. Gil, que había comenzado a desestimarla. Varias veces, desde el primer intento, había abordado a su padre, pero siempre en vano y con desgracia. Osuna se oponía cada vez con más alta violencia.

Fíjense, pues, los lectores en el notable trabajo de ese erudito con el objeto indicado, aunque acerca de las noticias utilizadas por Hartzenbusch, me vea obligado también á hacer las siguientes observaciones: La desdicha de la voz se escribió en la primavera de 1639: en la biblioteca del duque de Osuna existe el manuscrito original de esta comedia, con la firma de Calderón y la fecha en Madrid 14 de mayo de 1639 años, y además la licencia para la representación de Juan Navarro de Espinosa, siendo la fecha de ésta el 1.º de junio de 1639.

Confesamos que la situación de doña Juana era excéntrica, excepcional, terrible. Llegó un momento en que la duquesa tuvo miedo de que conociesen su estado, y se retiró de la corte, se encerró en su casa. El duque de Osuna, al no ver en la corte á la luz de los ojos, quiso verla en el hogar doméstico. Pero encontró cerrada la puerta del hogar de doña Juana.

Y nunca sospechó que aquel encubierto de la reja fuese el duque de Osuna. Pasáronse al fin seis meses desde el encierro de la duquesa. Hacía ya algunos días que el duque ocupaba una casa frente por frente de las rejas de la duquesa, desde donde á una señal debía acudir á todo trance. El duque conservaba aún la llave del postigo.

Un mes después, la duquesa de Gandía recibió por un correo expreso una larga carta del duque de Osuna. El poderoso grande estaba completamente satisfecho de su hijo y de su esposa, que se amaban con toda su alma y eran felices. A la carta de Osuna acompañaban una de don Juan y otra de doña Clara. Aquellas cartas respiraban felicidad.

¿Y no volveréis? No lo . El duque se puso aquel mismo día en camino. Como no hemos de volver á encontrar á Esperanza, diremos cuál fué su suerte. Esperó durante algún tiempo al duque de Osuna siéndole fiel. Pero como el duque no fué, acogió los amores de un par de Francia, no tan rico, ni tan joven, ni tan hermoso como su primer amante grande de España.

Por lo mismo, dejémosle que se vaya con su duque de Osuna. Por el contrario, yo le guardaría... Pues prendedle otra vez, que no ha de faltar motivo. No qué he oído de unas estocadas... ¡ah! ¡! don Rodrigo Calderón... En efecto, mi secretario Calderón, hace tres noches fué muy mal herido y está en mi casa.

Supongamos, porque estamos rodeadas de misterios, y los misterios no deben sorprendernos, que ese joven es hijo del duque de Osuna, que bien pudiera ser; dicen que el duque en sus mocedades ha sido muy galanteador. Pues por eso digo que peor: ¡un bastardo! Ni mi padre ni yo querríamos semejante enlace. ¿Ni aun interesándome yo por él?

El P. Gil se dirigió a la puerta, pero cuando ya iba a trasponerla, D. Martín le gritó como si estuviese al frente de un batallón: ¡Alto! Hubo silencio embarazoso. El semblante de Osuna expresó malestar y vacilación. Nada, nada siguió el feroz inválido con su voz resonante de barba de teatro, no es usted hombre de honor, no tiene usted pizca de vergüenza si deja sin correctivo la ofensa.

Nada me importa. Y os está el corazón reventando por saber... Si no dejamos esta conversación... Si la dejáramos, ¿cómo habíais de saber que ese mancebo, tan hermoso, tan honrado, tan franco, tan bueno, tan valiente, es hijo del duque de Osuna y de la duquesa de Gandía? Doña Clara se puso muy pálida, pero se dominó. Manolillo la veía sufrir con cierta feroz complacencia.

Palabra del Dia

bagani

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