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En otro más numeroso, de ambos sexos, hacia el medio, se bailaba al uso del país, sonando las castañetas con las mudanzas peculiares de aquella región. Aquel baile duraba cinco o seis horas sin reposo alguno. Se sudaba copiosamente, ¡pero cansarse! los hombres alguna vez, las mujeres nunca.

Por fin, a indicación de varias amigas, mandó en busca de una conversa del arrabal que realizaba curas milagrosas. La mujer lavó la herida copiosamente con un cocimiento, aplicó un emplasto, prescribió un brebaje y recomendó que no acercasen cosa alguna a la llaga si no querían corromperla. Dos días después cesaba el delirio y la calentura decrecía.

¿No te da vergüenza llorar por un pájaro, tonta? Tienes razón repuso la niña, haciendo esfuerzos por reír y secándose la lágrima con el pañuelo . Pero me había encariñado con él como con una persona... Ya ves..., ¡hacía tres años que le cuidaba!... El rocío de la Gracia seguía cayendo copiosamente sobre el alma de la primogénita de los señores de Elorza.

¡Pillo, asesino! exclamó Pablito lanzándose sobre Cosme, que estaba bien sujeto por atrás y tan pálido como un muerto. En un instante el gallardo mancebo, que aun sudaba copiosamente, les enteró de lo que había pasado. El pobre Cosme fué arrojado de la tienda a puntapiés por el patrón, que no quería perder el mejor parroquiano de la villa.

¡Cómo! ¿No traes faja? exclamó quedando inmóvil, petrificado. No, señor; no me ha hecho falta. Mañana te pondrás una mía de franela. A me da cinco vueltas. A ti supongo que te dará alguna más. ¡Me dará quince! pensó con desesperación Andrés, que sudaba ya copiosamente dentro de la zamarra.

Aquella casa es de locos; manda en ella el Delirio, y la ocupan las diversas locuras; Lucifer, con un tambor de niños, llama á la Guerra contra el Cielo; el Mundo Infantil cabalga en un caballo de juguete; la Curiosidad bebe copiosamente en una mesa; la Carne toca una guitarra, y entona canciones eróticas, y la Humanidad yace en un rincón en pacífica locura.

Habíase puesto el cura su más hermosa casulla y su ancha faz rubicunda estaba radiante por la ternura combinada de la ceremonia que estaba celebrando y del banquete que habría de presidir en el castillo. Los sochantres, con sus caras coloradotas, salmodiaban a voz en cuello, sin temor de que se les secara la garganta, pues sabían que habrían de refrescársela después copiosamente.

¡Y así, al choque de tanto oro iba desapareciendo ante mis ojos, como humo, la belleza moral del Universo! Se apoderó de una inmensa tristeza mística. Caí sobre una silla, y con el rostro, entre las manos, lloré copiosamente. Al poco tiempo la viuda de Marques abrió la puerta, toda vestida de seda negra. ¡Le estarán esperando para comer!

Sólo más tarde me di cuenta de este proyecto, al mismo tiempo que de otras cosas, que me hubiera sido fácil comprender antes si hubiese tenido más experiencia. Generalmente llegaban a la hora de almorzar. Pablo, dotado del apetito que sabemos, almorzaba copiosamente y merendaba sólidamente a las tres.

En nuestro planeta, el aceite la reemplaza, pues bebiéndolo copiosamente calienta su cuerpo. Gran contraste entre el hombre y los anfibios soñolientos, que aun en dicho clima saben vivir sin padecer mucho. Bastante lo indican los tiernos ojos de la foca. Nodriza del mar, de continuo está en relación con él, y sabe aprovechar todas las ocasiones para aprovisionarse.