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No serás el ángel que me ayude dijo con tristeza la tía María. Dolores recibió a la enferma con los brazos abiertos, celebrando como muy acertada la determinación de su suegra. Pedro Santaló, que había llevado a su hija, antes de volverse, llamó aparte a la caritativa enfermera y, poniéndole las monedas de oro en la mano, le dijo: Esto es para costear la asistencia y para que nada le falte.

Los animales se acometen impetuosamente poseídos del mayor furor, hasta que uno muere ó huye, en cuyo caso el que queda cubre á la hembra, y los espectadores cobran sus apuestas, celebrando la función con gran algazara y chacota.

La charla viva, irónica, chispeante de Núñez empezó a causar secreta alegría a la gentil señora de Reynoso; su rostro serio comenzó a iluminarse y no tardó su linda boca en estallar en carcajadas ruidosas celebrando los donaires casi siempre maliciosos del pintor.

Saludó a Febrer con voz lenta y opaca, cortando varias veces sus palabras para sorber el aire. Hablaba humildemente, celebrando con grandes extremos el honor que le hacía Febrer al aceptar su invitación. ¿Y yo? preguntó el capitán con sonrisa maligna ; ¿yo no soy nadie?... ¿No te alegras de verme? Don Benito se alegraba de verle. Así lo dijo varias veces, pero sus ojos revelaban inquietud.

La gente reía ante esta desbandada al galope, celebrando la persecución del alguacil. Nadie comprendía lo que era para aquellas infelices la pérdida de su mísera mercancía, la desesperada vuelta al tugurio paterno, donde aguardaba la madre dispuesta a incautarse del par de reales de ganancia o a administrar una paliza.

En este castillo encontró un pronto asilo el Rey D. Pedro el Ceremonioso, cuando alterado el reino con la Union, celebrando córtes en el convento de Santo Domingo de Zaragoza, llamó en ellas traidor al infante D. Jaime su hermano, é impuso silencio á D. Juan Gimenez de Urrea Sr. de Viota, que quiso salir á la defensa del infante, lo que dió lugar á que un criado de éste abriese las puertas y entrase la multitud enfurecida, con cuyo motivo sacaron el Rey y los de su acompañamiento las espadas.

El pobre tísico rompió a cantar, acompañando cada verso con un cloqueo final que estremecía su pecho y arrebolaba sus mejillas. Pero el Cantó se mostraba esta noche con más fuerzas que nunca: sus ojos tenían un brillo extraordinario. A los primeros versos, una carcajada general resonó en la cocina, celebrando la gracia irónica del rústico poeta. Febrer no había entendido gran cosa.

Terminados los preparativos, se dirigió toda la real familia por Almazan al puerto de Laredo, para despedir á tan escelsa infanta, escepto el rey D. Fernando que por hallarse celebrando de Córtes en Aragon, no pudo verificarlo, muy á pesar suyo.

Prueba evidente de que la victoria había coronado el esfuerzo de los soldados. Ya no se sentían tiros, sólo se escuchaba el clamor de los soldados que en lo alto de las lomas ocupadas dos horas antes por los rebeldes, gritaban alegremente, celebrando con alborozo el triunfo alcanzado.

Un buen rato se estuvieron los lidiadores entre barreras, celebrando consulta, hasta que al fin, estimulados por los amigos de los tendidos, que no cesaban de perseguirles con gritos y pullas, y por el poquillo de vergüenza que todavía les quedaba, después de la salida del toro, se decidieron a entrar de nuevo en el redondel.