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Terminados los preparativos, se dirigió toda la real familia por Almazan al puerto de Laredo, para despedir á tan escelsa infanta, escepto el rey D. Fernando que por hallarse celebrando de Córtes en Aragon, no pudo verificarlo, muy á pesar suyo.

Una armada de ciento veinte navíos de alto bordo se aprestó en el puerto de Laredo, embarcándose en ella quince mil hombres de guerra no incluyendo la tripulacion.

Dos meses tuvo que residir en Laredo, que fueron los que duró la tempestad; dos meses que fueron dos siglos, si se atiende la disposicion en que se hallaba esta señora, y que agravaron muchísimo sus constantes padecimientos. A mediados de abril logró hacerse á la vela, llegando en nueve dias felizmente á Vergas, distante tres leguas y media de Brujas.

«Va a salir la de D. Germán en la capilla de los Dolores... Hoy reciben congrio en la casa de Martínez; me han enseñado los despachos de Laredo... llena eres de gracia; el Señor es contigo... coliflor no hay, porque no han venido los arrieros de Villaviciosa por estar perdidos los caminos... ¡Con estas malditas aguas...!, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús...».

Al día siguiente de la conferencia citada, llegaban a Plencia y se instalaban en una casita modesta, Gumersindo e Isabel Cordero con toda su caterva menuda. Candelaria no salía de Madrid, y Benigna había ido a Laredo. Juan no dijo que ni que no.

-Aunque el mío es de los Cachopines de Laredo -respondió el caminante-, no le osaré yo poner con el del Toboso de la Mancha, puesto que, para decir verdad, semejante apellido hasta ahora no ha llegado a mis oídos. ¡Como eso no habrá llegado! -replicó don Quijote.

De la Rioja para la Navarra, fueron dos mil i aun mas. De las Vizcayas para el puerto de Laredo, trescientas familias, las cuales se embarcaron para Ultramar. De las Andalucías i territorio del maestrazgo de Santiago por Cádiz, ocho mil i mas hebreos. I en fin, así de lo demás de España.

Premeditando esto mismo, mandó aprestar una armada en el puerto de Laredo concediendo al mismo tiempo á su hija, el permiso para que practicase su espedicion á Flandes. Los trasportes de alegria que esperimentó Doña Juana con la última voluntad de su padre, son indescriptibles, y pocos dias despues se preparaba á hacer su deseada espedicion.

»Partió el 6 de Octubre de Laredo para Medina de Pomar, acompañado del alcalde de Durango, de la Chancillería de Valladolid, con cinco alguaciles, disgustado y como avergonzado de verse entre tantas varas de justicia, que parecía le llevaban preso. No quería que le hablaran de negocios; huía de que le tocaran asuntos políticos, y mostraba no tener otro anhelo que sepultarse cuanto antes en Yuste.

El 28 de Septiembre arribó la flota al puerto de Laredo. «Yo te saludo, madre común de los hombres, exclamó Carlos al tomar tierra.