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Mil veces dentro en mi corazón, os lo confieso, he deseado que no fueseis mi madre, no porque no os quiera con toda el alma, sino porque ambiciono un nombre, un nombre que me falta. Mil veces digo para , si yo fuese un Lanuza, un Urrea... AZUCENA. ¡Un Artal! ... MANRIQUE. No, un Artal, no, es apellido que detesto; primero el hijo de un confeso.

Don Lope manda á sus compañeros que se alejen, y dice que su padre Lope de Urrea, se casó, ya anciano, con Doña Blanca, de quince años de edad. Al oirlo, lo interrumpe Don Mendo de este modo: Ya lo . Prolijos Discursos, ¿qué me queréis?

El Rey lo sabe, y se propone él mismo castigarlo; pero le parece el delito tan monstruoso, que llega á dudar si Lope será verdaderamente hijo del Don Lope de Urrea, injuriado por él; para disipar sus sospechas visita á Doña Blanca, y sabe de ella un secreto que hasta entonces ha tenido guardado en su pecho.

Lo raro del asunto es que a la luz del sol el señorito fue siempre un león, como todos sabemos... lo que es en la guerra daba gozo verle.... ¡bendito Dios! lo mismo se metía entre las balas que si fuesen confites.... Nunca usó armas, sino una cartera colgada donde había yo no cuántas cosas: bisturíes, lancetas, pinzas, vendas, tafetán.... Además tenía los bolsillos atestados de hilas y trapos y algodón en rama.... Dígole a usted, señorita, que si se ganasen los grados por no tener asco a los pepinillos liberales, nadie los ganaría mejor que Don Ignacio.... Una vez cayó una bomba, así, a dos pasos de él... se la quedó mirando, esperando sin duda a que reventase, y si no lo coge de un brazo el sargento Urrea, que estaba allí cerquita.... Ni en las cargas a la bayoneta se retiraba.

También Blanca y el viejo Lope de Urrea acuden presurosos á la cárcel; sordos gemidos y lamentos salen de ésta; las puertas se abren, y se ve á Don Lope estrangulado, y teniendo en sus manos un papel con la sentencia siguiente: Quien al que tuvo por padre Ofende, agravia é injuria, Muera, y véale morir Quien un limpio honor deslustra, Para que llore su muerte También quien de engaños usa, Juntando de tres delitos Las tres justicias en una.

En 23 de Julio, en la visita que hizo á la iglesia de San Andrés de esta ciudad don Pedro Melgarejo de Urrea obispo de Dulcinio visitador general de las iglesias de Sevilla mandó á los curas que en los asientos de bautismos hiciesen constar los nombres de los compadres y comadres que fuesen de las criaturas que se cristianasen, de donde eran vecinos, qué oficios tenían y que se salvasen las enmiendas que se hiciesen en las partidas.

Mientras que Zapata, Urrea y Samper celebraban

En este castillo encontró un pronto asilo el Rey D. Pedro el Ceremonioso, cuando alterado el reino con la Union, celebrando córtes en el convento de Santo Domingo de Zaragoza, llamó en ellas traidor al infante D. Jaime su hermano, é impuso silencio á D. Juan Gimenez de Urrea Sr. de Viota, que quiso salir á la defensa del infante, lo que dió lugar á que un criado de éste abriese las puertas y entrase la multitud enfurecida, con cuyo motivo sacaron el Rey y los de su acompañamiento las espadas.

Tal vez logre el Sr. Menéndez, cuando hable de Juan del Encina, á quien califica del mayor poeta en aquel período y de D. Pedro Manuel de Urrea, que sobresale entre los aragoneses, infundirnos, al analizar y criticar sus obras, un concepto más elevado de nuestra inspiración poética de entonces.