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¡Yo cubijera!... ¡yo! aulló aquélla, transformándose repentinamente en una loba rabiosa. ¡, !... Y esa bribonaza que me habéis quitao de entre las manos, te corría los cubijos cuando tu probe marido supo lo que eras: esa te traía el aguardiente y te vendía los cuatro trapos para comprarlo.... ¡Y , matastes al infeliz á pesaumbres!

Luego, al volver a la ortopedia con el cerebro lleno de peregrinas visiones de trapos y faralaes, caía en profunda tristeza... De esta manera pasaron algunos días. Miquis les envió los dulces de la boda, acompañados de estos renglones: «Desde la mazmorra de flores, desde el delicioso ataúd de la luna de miel, el inmolado Miquis saluda a los señores de Castaño y a la señora de Bou.

¿Y cómo entenderemos eso de encargarse usted de ella? Creo que puede ocuparse en otro trabajo más cómodo y beneficioso, que en el de recoger trapos. , ciertamente. Por ejemplo: puede entrar en un taller.

La miré frente a frente, y ella me miró durante algunos segundos con una curiosidad infantil. Encienda usted, caballero, me dijo, levantando su farol y abriéndole. Encendí mi cigarro. Luego volví a mirar a la traperita que cerró el farol y se puso a rebuscar de nuevo con su gancho. Yo, no por qué, permanecía inmóvil junto a ella. ¿Cuánto ganas buscando trapos? la dije.

Está Vd. en un error, señor mío: eso no significa nada. La historia demuestra que Carlos I y Felipe V eran también extranjeros. De un grupo de señoras salían voces atipladas y chillonas: trataban de trapos, modas, chismes y criados. Chica, no sabe una qué ponerse: este es del año pasado. Pues te sienta muy bien. Mira, mira, allí va la de Rodete.

Todo esto era motivo de indignación para la intendenta. «De trapos muy bien solía decir con amargura; pero de música están VV. tan desnudos como su madre los parióEl tío Manolo lo tomaba con más filosofía, sobre todo en lo que tocaba a las señoritas.

Vamos. ¿Es usted sordo? ¡De todas maneras no será mudo!; ¿no es verdad? Yuba-Bill sacudió por el hombro aquella figura inmóvil. Con gran sobresalto por parte nuestra, cuando Bill quitó la mano de encima del venerable forastero, éste fue encogiéndose hasta quedar reducido a la mitad de su tamaño y convertirse en un lío informe de trapos viejos.

»Cuando venga usted verá que se ha sacado todo el partido posible del deteriorado palación, y que no pegan del todo mal, después de las reparaciones hechas en él, aunque de prisa y corriendo y con los pocos y malos elementos que aquí hay, el piano y los demás muebles, trapos y cachivaches que usted me ha ido remitiendo, en los lugares que ocupan, según sus minuciosas instrucciones.

Felisa le da vestidos, sombreros, la saca de apuros, la lleva al teatro, en coche... Es el tipo de la parienta o amiga que tienen casi todas las muchachas ricas; servicial, complaciente, mitad por afecto, mitad por interés... Felisa la maneja como quiere. Y vaya una carta larga. Verás cómo hacen encargos, de seguro piden trapos... y, sin embargo, me temo algún disgusto gordo.

Mi tío subía la escalera envuelto en una reserva absoluta mientras que su mujer no cesaba de contarle todo lo que había visto y comprado en el día, en trapos y alhajas, colgándosele del brazo y representándole toda una comedia de cariños digna de una nieta que pretende engañar al abuelo. Subimos y entramos en el salón.