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No la veremos ya con su carabina maja corriendo por el monte y por las eras, pero dende aquí en adelante las piedras que ella haya pisao, las fuentes en que haya bebió, las sombras en que hacía alto para descansar serán para nosotros sagradas como si allí hubiese puesto sus pies benditos la mesma Virgen del Carmen.

Yo habría deseado decirle: «Angelina, mi dulce Angelina, óyeme: ¿por qué huyes de ? ¿por qué te muestras indiferente y desdeñosa con quien te ama? Antes no eras así; antes.... Te amo, Angelina, te amo. No puedo ofrecerte una fortuna, no puedo brindarte riquezas.... Nadie sabe mejor que que soy pobre y desgraciado. has sido desdichada también.

Dicen que antes de eso era yo muy bonita. ; indudablemente eras muy bonita afirmó el forastero con el alma inundada de bondad . Y todavía lo eres.... Pero dime otra cosa. ¿Hace mucho tiempo que vives en las minas? Dicen que hace tres años. Dicen que mi madre me recogió después de la caída.

¿Y cómo quieres que esté, prenda? ¿con la navaja abierta? replicó el majo, la voz alterada ya, aunque fingiendo sosiego. No, pero como decían que eras esto y lo otro... y que las mujeres se desmayaban cuando las mirabas serio y que no se atrevían á mover un dedo sin tu permisos, francamente, me río. Pues mira, niña, hasta ahora ninguna me ha faltado al respeto, ¿sabes?

A la entrada del cual, según dice Cide Hamete, vio don Quijote que en las eras del lugar estaban riñendo dos mochachos, y el uno dijo al otro: -No te canses Periquillo, que no la has de ver en todos los días de tu vida. Oyólo don Quijote, y dijo a Sancho: ¿No adviertes, amigo, lo que aquel mochacho ha dicho: ''no la has de ver en todos los días de tu vida''?

Hemos hablado alegre y largamente de mil cosas distintas y me ha hecho prometer que le contaría mis viajes y le hablaría de mis amigos, y le he dicho que eras el mejor de ellos. Por su parte me ha recomendado, con cierta autoridad, que cultivase las relaciones con el señor de Montbreuse, al que sólo encontraba demasiado austero para su edad.

Si entendieras mis sueños, Mis esperanzas perdidas, En esos labios de rosa Con besos te contaría Que antes de venir al mundo En mi mente eras nacida... ¡Oh, si me comprendieras Cuántas cosas te diria!

Nada de comedias... porque eras muy comiquito. Gracias que yo te conozco ya las marrullerías, y algunas bolas me trago; pero otras no. ¿De veras que vas a contármelo todo? La idea de perdonar electrizaba a Jacinta, poniéndola tan nerviosa que echaba chispas. No cabía en de inquietud, pensando en lo grande del perdón que tenía que dar en pago de lo enorme de la sinceridad que se le ofrecía.

LEONIE. ¡Tan joven y ya tienes una profesión...! CIRILO. ¡...! LEONIE. ¿Y a qué te dedicabas cuando eras paisano...? ¡Nada... nada...! ¡Tienes que contestarme...! Yo te he referido toda mi vida y debes ser también franco conmigo... De lo contrario, me imaginaré que tienes un oficio del que te avergüenzas... No es ésta precisamente la razón que me impide confesárselo a usted...

Desechásteme, ¡oh ingrata!, por quien tiene más, no por quien vale más que yo; mas si la virtud fuera riqueza que se estimara, no envidiara yo dichas ajenas ni llorara desdichas propias. Lo que levantó tu hermosura han derribado tus obras: por ella entendí que eras ángel, y por ellas conozco que eres mujer.