United States or El Salvador ? Vote for the TOP Country of the Week !


Luego ocupó el sillón que le ofrecía ella, haciendo alarde de un aplomo que nunca había mostrado en sus visitas anteriores. Me voy á Buenos Aires en el tren de esta tarde, señora marquesa dijo con la gravedad de un hombre que conoce sus propios méritos . Debo ver al gobierno para darle cuenta de lo ocurrido aquí, y hablar con el ministro de Obras públicas sobre la continuación de los trabajos.

Hace dos años que, lleno de vida, de esperanza, de buena voluntad, llegué a estos países, y ofrecía a mis semejantes mis desvelos, mis cuidados, mi deber y mi corazón. He curado muchas heridas, y en cambio las he recibido muy profundas en mi alma. ¡Gran Dios! ¡Gran Dios! Mi corazón está destrozado.

Ya había tras ella un lugar de retirada, una reserva para cualquier caso crítico... Ya veía cerca de un brazo, un escudo... La vida se le ofrecía más llana, más abierta... «Yo cuidaré pensaba , de que esta amistad y mi honradez no sean incompatibles».

Era menester que todo el mundo viese patente el rendimiento de aquella mujer. Para ello no le escaseaba las palabras desdeñosas y las bromitas mortificantes en cuanto se le ofrecía ocasión.

Si el objeto exclusivo de estas páginas fuera pintar los azares y fatigas de un candidato en vísperas de su elección, yo siguiera paso a paso al de mi historia en su peregrinación por el distrito; pero como son varios los asuntos que abarcan estos capítulos mal pergeñados, me limitaré a decir, en compendio y para gobierno del inexperto lector, que por dondequiera que iban nuestros expedicionarios, hallaban con frecuencia el terreno electoral rebelde a su cultivo, y el más propicio no pasaba del aspecto dudoso que ofrecía el del Mayorazgo.

Verás á Doña Blanca. Por la amistad que me tienes, por la pasión y muerte de Cristo te suplico que te calmes para entonces, y trates de que sea lo menos cruel posible la entrevista que te voy á procurar. El Comendador cedió á todo, y agradeció al P. Jacinto los consejos que le daba y la protección que le ofrecía. Con febril impaciencia aguardó D. Fadrique el plazo que el padre le había pedido.

La tía Quica se dio cuenta del mal efecto que su conversación causaba en doña Manuela, y se apresuró a manifestar el objeto de su embajada, echando mano a la inseparable cesta. En ella llevaba algunas cosas para obsequiar a la señora en sus días; regalos de pobre, pero que ofrecía con la mejor voluntad del mundo.

Feli, sin darse cuenta, habíase deslizado de su asiento, acabando por acomodarse en las rodillas de Maltrana. Le ofrecía entre sus labios un dulce; lo partían con largo y meloso beso, y el joven, después de esta caricia, hablaba gravemente de su porvenir.

Podría tener trece o catorce años, pero estaban ya bien señaladas en ella las formas de la mujer: vestía de corto, sin embargo. Era blanca, con ojos y cabellos negros, mas su semblante no ofrecía la expresión provocativa que suele tener esta clase de rostros. Las facciones no podían ser más correctas ni el conjunto más armonioso.

«Por supuesto, concluía, siempre y cuando que la fortaleza no se haya rendido al caudillo de la iglesia. Si el Magistral es aquí el amo... entonces no tengo que esperar nada... y además, ya no vale tanto la victoria». «Sin buscar él la ocasión, se la ofrecía aquella noche: le habían puesto a la Regenta a su lado... la corazonada le decía que adelante... pues adelante.