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La viva luz que iluminaba la puerta del mesón, las carcajadas que desde ella se oían y el rumor de vasos entrechocados hicieron vacilar un momento al inexperto viajero, que hasta entonces había pasado sus noches en la pulcra y callada celda del convento.

Si el objeto exclusivo de estas páginas fuera pintar los azares y fatigas de un candidato en vísperas de su elección, yo siguiera paso a paso al de mi historia en su peregrinación por el distrito; pero como son varios los asuntos que abarcan estos capítulos mal pergeñados, me limitaré a decir, en compendio y para gobierno del inexperto lector, que por dondequiera que iban nuestros expedicionarios, hallaban con frecuencia el terreno electoral rebelde a su cultivo, y el más propicio no pasaba del aspecto dudoso que ofrecía el del Mayorazgo.

El padre Aliaga, joven entonces é inexperto, no había comprendido que el hombre vive para mismo, por más que se haga la hermosa, la noble ilusión de que vive para los demás, que el corazón tiene una tendencia invencible hacia el sentimiento dulce, y que rechaza el dolor, que es un sentimiento amargo; le rechaza como rechaza todo lo que existe, lo que le es contrario, mientras busca ansioso ese otro sentimiento de dulzura que es su alimento, por decirlo así, de vida; no había comprendido que el tiempo mata el dolor y concentra el deseo, y se encontró demasiado vivo, cuando se creía muerto; vigoroso, cuando se creía gastado; necesitado de un mundo de impresiones, de afectos, de contrastes, de vida, en una palabra, cuando huyendo del mundo, se había refugiado en el claustro.

No se trataba, después de todo, de un cadete inexperto. Era un comandante que frisaba en los cuarenta, cuando no los hubiera cumplido ya, hombre, al parecer, avezado al trato de mujeres y muy metido en sociedad. La plática le embriagaba.

¡Alto ahí, señor mío! exclamó indignado el buen Guimarán al oír el penúltimo verso . Mi salud no necesita de semejantes indecencias: y lo que ustedes hacen con tamañas blasfemias indecorosas es la causa, el caldo gordo del clero; porque tenga usted entendido, joven inexperto y procaz, que por el mundo han pasado muchas religiones positivas, y hoy se ha creído esto y mañana lo otro; pero de lo que nunca han prescindido los pueblos cultos, ni ahora, ni en la antigüedad, es de la buena crianza, y del respeto que nos debemos todos.

Pero como no basta estar convencidos de las cosas para convencer de ellas a los demás, inútilmente hacía yo las anteriores reflexiones a un primo mío que quería entrar en el mundo hace tiempo, joven, vivaracho, inexperto, y por consiguiente, alegre. Criado en el colegio, y versado en los autores clásicos, traía al mundo llena la cabeza de las virtudes que en los poemas y comedias se encuentran.

Pero le parecía tan extraño e inverosímil que un hombre tímido, inexperto, desprovisto de atractivos mundanos pudiese obtener los favores de señora tan rica y tan hermosa, que al instante las abandonaba o se mecía en ellas dulcemente a sabiendas de que eran pura quimera. Además, no podía librarse de los agudos remordimientos que de vez en cuando le asaltaban.

Menéndez incurrió en ella siendo muy joven é inexperto todavía. Por parte de los españoles peninsulares no hay odio, ni desdén, ni sombra de enojo contra los hispano-americanos. Ni uno solo de los casos que aduce el Sr. Merchán tienen el menor valor. Don Antonio de Trueba, al apellidar á Bolívar El Libertador, dice: Nombre que uso por cuenta ajena y no en manera alguna por la propia.

Todos estos casos de amor platónico son verosímiles. Lo es también el de algún colegial o novicio que viene de provincias a la capital, y cae bajo el poder de cualquiera lionne experimentada, curtida, deseosa de adoración, y que se aparece como divinidad a los ojos del inexperto y tímido mancebo.

Allí permaneció Roger inmóvil hasta que perdió de vista á su linda compañera. Después tomó lentamente el camino del pueblo, con ideas y sentimientos muy distintos de los del inexperto mancebo, casi un niño, que pocas horas antes había dejado aquel mismo camino por el atajo del bosque.