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Vamos, me alegro interrumpió el conde ; pero cuidado, niño, que si la flor es delicada, puede marchitarse y deshojarse temprano. Ya de eso cuidaré yo replicó D. Luis . Veo que se juega. Me siento inspirado. Vd. talla. ¿Sabe Vd., señor conde, que tendría chiste que yo le desbancase? Tendría chiste, ¿eh? ¡Vd. ha cenado fuerte! He cenado lo que me ha dado la gana.

Ahora ya estás mejor, como acabas de oír de labios de tu padre, y tu doncella y la señora Braun y Amaury bastarán para cuidarte. Creo que no necesita más un convaleciente. Mientras tanto yo iré allí, prepararé tu cuarto, cuidaré tus flores, arreglaré tus invernaderos; en fin, pondré todo en orden y verás como cuando llegues lo encuentras a medida de tus deseos.

No tengo, pues, nada que envidiar a las hermanas hospitalarias: yo también cuidaré de cumplir fielmente mis deberes, tan difíciles como los suyos y quién sabe si algo más. Estas reflexiones han endulzado mucho mi espíritu, y he vuelto a renovar ante Dios los juramentos que hice al contraer matrimonio, rogándole me conceda la gracia y fuerzas indispensables para cumplirlos exactamente.

Os incomodará un poco quizá mientras sea pequeña; pero yo vendré con gusto y la cuidaré en vuestro lugar. Siempre dispongo de un rato todos los días; porque, cuando se madruga, el reloj parece detenerse a eso de las diez antes de que llegue el momento de ir a buscar las provisiones. De modo que, os lo repito, vendré a cuidar a la niña en vuestro lugar, con mucho gusto.

Para concluir: siempre que se le ofrezca a usted alguna cosa, sea del orden que fuese, piensa usted un rato, y dice: ¿A quién acudiré yo?, pues a ese tarambana de Segismundo'. Con mandarme un recadito... Aunque yo cuidaré de venir algún domingo o los ratos que tenga libres, porque ahora, como estoy solo con Padilla, dispongo de muy poquito tiempo.

Yo continuó con una ligera dilatación de pecho, que ponía en peligro la seguridad de los botones de su levita, yo cuidaré de protegerla para que pueda usted recobrar lo que es de justicia.

No tenemos su bandera, señor: desolado, completamente desolado... Yo le prometo que en el próximo viaje cuidaré de tenerla... Por el momento, si el señor quiere, hágame el honor de contentarse con esta otra... Al fin todos vamos a Buenos Aires.

Lo cuidaré si quiere... y le querré si me lo permite... Creo que posee un alma ardiente y tierna. Al preguntarle qué sentía más dejar en Quimper, me respondió: ¡Todo! ¡Todo! Y rompió a llorar con la cara entre las manos. No hay una piedra de este país, ni una flor, ni una mata, ni una cara a que no esté unido mi corazón. Y siguió sollozando mucho tiempo.

No quiero que nadie me enseñe; yo aprenderé lo que mejor me parezca y me buscaré maestros; ni que nadie me cuide, que yo me cuidaré; ni que nadie me abra caminos, que yo me asociaré para abrirlos con quien se me antoje.

Ya había tras ella un lugar de retirada, una reserva para cualquier caso crítico... Ya veía cerca de un brazo, un escudo... La vida se le ofrecía más llana, más abierta... «Yo cuidaré pensaba , de que esta amistad y mi honradez no sean incompatibles».