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Las pupilas de Lucía preguntaban más apremiantes cada vez. Sardiola siguió: Pues, lo que más gusto me daba, era vivir tan cerca del señorito.... ¿Tan cerca? preguntáronle, sin voz, los ojos brillantes. Tan cerca contestó él complaciente , tan cerquita, que, ¡si es un regalo! que atravesando ese jardín, se entra en su casa....

Fernando se permitía algunas agudezas de vez en cuando, porque era hombre, como todos saben, que poseía en grado eminente la propensión á la burla, que ha sido siempre constantemente adorno del carácter borbónico. Coletilla, que no acostumbraba á reírse, reía también, por considerar desacato no reproducir en su fisonomía complaciente y esclava todas las alteraciones de la regia faz de su amo.

El administrador y él se miraron, dirigiéndose una leve sonrisa, no muy halagüeña para . Bueno, bueno, venga usted conmigo dijo el complaciente Nieto con resolución entre galante y burlona .Ya veremos si podemos dar con ella. Salí, haciendo una fría inclinación de cabeza al administrador, y seguí al empleado, que comenzó a guiarme por los corredores. ¿Usted no sabe en qué taller trabaja?

En la primera iban, entre otras personas distinguidas, las dos señoritas de Delgado con su hermana la viuda, que iba autorizándolas con su presencia; las de Merino con su hermano Bonifacio, el más complaciente de todos los hermanos; tres o cuatro oficiales de la Fábrica, don Mariano, don Máximo, Martita y Ricardo.

Fingiendo nada más que complaciente atención, Ventura recogía ávidamente aquellos pormenores mundanos. Luego los repasaba con febril actividad en su imaginación inquieta, donde siempre habían germinado vagos deseos de brillo, caprichos fantásticos, aspiraciones imposibles.

No les prevenga usted que estoy aquí, Bobart, añadió tranquilamente Fortunato; quiero gozar de su sorpresa. Estupefacto por la desenvoltura de Roussel, Bobart consultó á Clementina con una mirada. Ella asintió con la cabeza. Entonces el complaciente primo, adivinando que acababan de ocurrir acontecimientos de extraordinaria gravedad, se lanzó al jardín en busca de los jóvenes esposos.

Una vez en la corte, necesitó tener a su lado un genio complaciente, un numen auxiliar que comunicase con sus pinceles vida y expresión a los muertos y aplanados monigotes que brotaban de su paleta de artista.

La fama que el diputado tenía de servicial, complaciente y poderoso para sacar turrones, era tan firme que hasta su mismo temporal decaimiento aumentaba su clientela en vez de mermarla.

La prima mostrose complaciente y dispuesta a llevarle lo que le hiciese falta en seguida. Andrés le suplicó que guardase el secreto y lo prometió. Quedaron convenidos en que mientras ella subía al establo en busca de Rosa, él se quedaría en el pueblo para disimular. Y, en efecto, comenzó a pasear por la calle, al intento de que le viesen.

Pues a ello sin tardar un instante. Y ¡ánimo! que Dios aprieta, pero no ahoga. Nieves, que había estado con la mirada fija en Leto, sin perder una palabra, ni un movimiento, ni un ademán del complaciente muchacho en su afanoso ir y venir, cuando le tuvo delante, a pie firme y en silencio pidiéndola una respuesta, se la dio en una sonrisa muy triste, pero muy dulce.