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Ninguna insurrección tuvo carácter popular ni se fundó en una necesidad de toda una raza, ni luchó por los fueros de la humanidad, ni de la justicia; así ni dejaron recuerdos indelebles en el pueblo, antes al contrario, viendo que había sido engañado, secándose las heridas, ¡aplaudió la caída de los que turbaron su paz!

Todos se miraban hasta el fondo de los ojos, y en los rostros rebosaba la alegría; cogidos del brazo unos y otros, hablaban e iban de acá para allá en la sala; la señora Catalina con la mochila, Luisa con el fusil, Duchêne con el saco, continuaban riendo, secándose los ojos y las mejillas; nunca se había visto nada semejante.

Es un angelito, como dicen las viejas añadió maliciosamente Juncal, que parecía gozarse en la cólera del hidalgo ; sólo que angelito hembra. A estas cosas hay que resignarse; no se inventó el modo de escribir al cielo encargando y explicando bien el sexo que se desea.... Otro espumarajo de rabia y grosería brotó de los labios de don Pedro. Juncal rompió a reír, secándose con la toalla.

Si alguno queda en poder de los adictos u oficiales, la mesa de juego está ahí para dejar al fin y a la postre vacías todas las bolsas. En la puerta de calle de la casa del general están secándose al sol hileras de zurrones de plata forrados de cuero. Ahí permanecen la noche sin custodia, sin que los transeúntes se atrevan siquiera a mirar.

Dejó Engracia caer sobre la artesa la tabla, por cuyas ranuras diagonales resbalaban las irisadas burbujas del jabón, y secándose las manos con el delantal, dijo a Paz, que ya se dirigía hacia el pasillo del portal: Oiga Vd., señorita: usted desimule; aunque sea mal preguntao, ¿es Vd. la señorita Paz, la novia del señorito Pepe? contestó secamente, evitando mirarla cara a cara.

¡Que si alguien tiene la culpa, no soy yo, entiéndelo bien! Eso es lo que te quería decir. Su marido la miró un momento, con brutal deseo de insultarla. ¡Dejemos! articuló, secándose por fin las manos. Como quieras; pero si quieres decir... ¡Berta! ¡Como quieras! Este fué el primer choque y le sucedieron otros.

Después que la apretó la mano y le expresó cuánto sentía, etc., etc., dio vuelta, y secándose los ojos para ver algo, percibió una silla vacía y fue a sentarse en ella. Los circunstantes guardaban silencio y se mantenían en la actitud rígida y dolorosa adecuada a las circunstancias.

Puedo asegurarle que con ellos no hay metralla que se pierda. Después de haber hecho temblar al mundo, es duro verse obligado a defender, en los días de la vejez, su choza y su último pedazo de pan...» , es duro exclamó la señora Catalina, secándose los ojos ; de pensarlo solamente da pena. Después, la anciana prosiguió: *

Obedeció, colocándose al lado de la butaca de su madrastra, y metiendo las manos entre las rodillas y la barba en el pecho, guardó silencio: algunas lágrimas le resbalaron lenta y calladamente por las mejillas. ¿Hace mucho tiempo que has concluido la carrera, Miguel? le preguntó en tono natural la brigadiera al cabo de un rato. Hace dos años nada más repuso secándose los ojos con el pañuelo.

Al fin su voz clara y perlada. Salió al corredor con su hijo y ambos se divirtieron un rato en extender las manos para recibir en ellas los hilos de agua que caían del techo, secándose después con el pañuelo. ¡Qué aspecto infantil tan encantador toma á veces!