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¡Para qué, señora! ¿para qué? Ni por qué le he contado a usted ya tantas cosas ridículas, y para usted, probablemente, ininteligibles... como son los sueños del demente para los cuerdos.

Aquellos consisten en libritos que contienen períodos en latín y en español completamente ininteligibles; piedras que hallan en los cuerpos de los animales; granos de fruta petrificada; huesos de esqueletos de niños y dientes de rata, de culebra y de caimán. La creencia en los amuletos data de mucho antes de la conquista, conociéndolos con el nombre de aguimat.

Parece que no habiéndose convenido en el precio, Cárlos Alberto ofreció lo que pedian y la obtuvo, enriqueciendo de este modo su pais con una rara y preciosa coleccion. En el piso bajo del edificio, ocupan dos salones, estatuas, bustos, columnas y restos de templos, todo egipcio puro, con sus correspondientes jeroglíficos y sus ininteligibles inscripciones.

Rojos están sus ojos, pálidas sus mejillas, contraídas sus facciones. Sus labios dibujan ora una sonrisa amarga, ora murmuran palabras ininteligibles. ¿Reza ó blasfema? ¿Implora ó maldice? ¡Pobre niña!

En tal situación, la labradora, saliendo del estupor en que se hallaba, murmuró de repente algunas palabras ininteligibles. Luego añadió en voz baja: ¡Divès llega!... Le veo... Sale por la poterna que está a la derecha del arsenal... Gaspar le sigue y...

Ya no gustaban de la sociedad de los «latinos» acampados en la proa. Encontrábanse desorientados entre los españoles, italianos y árabes, demasiado gritadores e ininteligibles para ellos. Preferían los hércules silenciosos, las mujeres pelirrojas, con faldas cortas de bailarina, botines altos y un pañuelo escarlata en forma de tejadillo sobre los ojos pobres de cejas.

El autor trazaba cruces, círculos, signos griegos, árabes..., figuras ininteligibles, todas las llamadas imaginables, para fijar la atención del tipógrafo. Tiras de otro papel atiborradas de escritura iban adheridas a las pruebas con alfileres». Gautier escribía muy de prisa.

Balbució algunas palabras ininteligibles y se dejó caer pesadamente en un sillón. La señora Chermidy fue a sentarse a su lado. ¡Buenos días, señor duque! exclamó . Buenos días, y adiós. El duque palideció y repitió estúpidamente: ¿Adiós? , adiós. ¿No me pregunta usted a dónde voy? . Pues bien, esté satisfecho. Voy a Corfú. A propósito dijo él . Creo que mi hija ha muerto.

Y algo más expresó; pero las palabras volvieron a ser ininteligibles, y en la cara le quedó una expresión de dicha inefable y reposada. La santa estuvo un instante sin saber qué actitud tomar. «¡Ángel!... dijo al fin ; lo será, si se purifica bien. Amiga querida, es preciso prepararse con formalidad.

Sus delirios, ininteligibles para el vulgo, encerraban el misterio de los grandes sucesos humanos. Tchernoff describió la bestia apocalíptica surgiendo de las profundidades del mar. Era semejante á un leopardo, sus pies iguales á los de un oso y su boca un hocico de león. Tenía siete cabezas y diez cuernos.