United States or Dominican Republic ? Vote for the TOP Country of the Week !


Esto era harto difícil en verdad, porque, si he de decir lo que siento, no tengo fijada mi opinión todavía acerca de ninguna cosa, y me siento medianamente inclinado a no fijarla jamás: tengo mis razones para creer que éste es el único camino del acierto en materias opinables: en mi entender todas las opiniones son peores; permítaseme esta manera de hablar antigramatical y antilógica.

El abad apartó de ellos la vista para fijarla en el principal culpable, quien lejos de mostrar temor é inclinar la frente sostuvo con toda calma la mirada furibunda de Fray Diego. ¿Qué alegáis en vuestra defensa, hermano Tristán? Poca cosa, padre mío, fué la contestación del joven, dada con el pronunciado acento sajón que por entonces caracterizaba á los campesinos ingleses del Oeste.

Miró intensamente á Ricardo, que bajaba los ojos, no sabiendo qué decir, y añadió con expresión pensativa: Crea usted que un hombre joven y enérgico hubiera ido muy lejos teniendo á su lado una mujer como yo. Sorprendido Watson por estas palabras, levantó su mirada, pero volvió á fijarla en sus pies, cual si temiera seguir viendo los ojos de ella.

Sentada de espaldas al escenario, parecía no haber roto un plato en todos los días de su vida, y paseaba la vista por la espléndida sala, sin fijarla en ninguna parte, con esa indiferencia con que se mira una multitud del todo desconocida: más bien que para ver, parecía estar allí para ser vista, y la exagerada elegancia, algún tanto extravagante, de su traje de terciopelo negro con camelias rojas indicaba claramente el plan preconcebido de atraer todas las miradas.

Pepita, que se había levantado para despedir al padre vicario, no bien volvió a cerrar la puerta y quedó sola, de pie, en medio de la estancia, permaneció un rato inmóvil, con la mirada fija, aunque sin fijarla en ningún objeto, y con los ojos sin lágrimas. Hubiera recordado a un poeta o a un artista la figura de Ariadna, como la describe Catulo, cuando Teseo la abandonó en la isla de Naxos.

En estos casos, que muy a menudo me suceden, suelo echar mano del sombrero y la capa, y no pudiendo fijar mi atención en una sola cosa, trato de fijarla en todas: sálgome a la calle, éntrome por los cafés, voime a la Puerta del Sol, a Correos, al Museo de pinturas, a todas partes, en fin, y en ninguna puedo decir que estoy en realidad.

Era su estilo ampuloso, sonoro, claro en apariencia, turbio en el fondo, meloso siempre y seductor por estudio; y saltaban a la vista, en el momento de fijarla en sus columnas, las palabras orden, progreso, paz, religión y patria... Era, en substancia, la representación escrita del espíritu yerto de la época en que se daba a luz; pero hasta el punto de dudarse si procedía de tal padre, o, al contrario, si era él quien había formado ese espíritu; quien alimentaba y nutría el alma de esa nueva raza, verdadera plaga del siglo que corre; raza sin convicciones, sin fe, sin entusiasmo; que llaman orden a todo cuanto le garantiza una tranquila digestión, y progreso a cuanto redunda en aumento de su caudal; que entiende por patria su hogar doméstico, y por sociedad, un conjunto de ciudadanos matriculados para vender y comprar, tranquilamente, fardos de algodón, harinas de Castilla o papel del Estado; raza que transige con todo, menos con que se suba un cuarto la libra de pan.

Y como era uno el principio del desasosiego, reglaban sus movimientos por el teatro de la de Chayanta, donde, despues de muchos tormentos y ultrajes, quitaron la vida á D. Florencio Lupa, cacique del pueblo de Moscani, falleciendo víctima de la lealtad á manos de una plebeya indignacion, la que no satisfaciéndose con juntar la muerte á la ignominia, le cortaron la cabeza, y tuvieron el arrojo de fijarla en las inmediaciones de la Plata, en una cruz, que se nombra Quispichaca, tremolando con esta audacia la bandera de la sedicion.

A todas partes, menos allí. Y como hombre que ha caído tan hondo, tan hondo que ya no puede sentir remordimientos, apartó su vista del incendio para fijarla en aquella luz macilenta; luz de cirios que arden sin brillo, como alimentados por una atmósfera en la que se percibe aún el revoloteo de la muerte. ¡Adiós, Pimentó! Bien servido te alejas del mundo.

Está vaga y confusa y conviene fijarla un poco. Nada más fácil. Baste decir para ello que el día de la fuga de don Paco acertó a ser Domingo de Ramos. Como don Paco vagó todo aquel día y el siguiente, resulta que volvió a Villalegre al empezar el Martes Santo.