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Al amo picóle la curiosidad, y quiso saber las señas; dióselas el portero con mucha exactitud, y sospechando Bozmediano que podía ser Lázaro, advirtió al doméstico que si volvía estando él allí, le introdujera inmediatamente. Claudio sospechaba á qué podía venir el joven, y lejos de rehuir la visita, la deseaba.

A veces pasaban días enteros sin que se percibiese un ruido revelador de la vida en aquella casa habitada por tanta gente que existía entregada a la actividad del trabajo doméstico y agrícola. La alcaldía no estaba en Trembles, aunque por tres o cuatro generaciones los de Bray hubieron desempeñado aquel cargo como por derecho propio.

Al lado de su madre, en el hogar doméstico, Perla no tenía necesidad de mucho trato social.

Una hermosa que se hace robar cada seis meses, siempre tendrá algo que referir cuando vuelve. Pues es igual. ¡Bonito hogar doméstico! Imagínese usted, señor, que todavía no hacía un año que estaban casados cuando ¡paf! va la mujer y se larga a España con un vendedor de chocolate. El esposo se queda solito en la casa gimoteando y bebiendo. Estaba como loco.

El calavera doméstico admite diferentes grados de civilización, y su cuna, su edad, su profesión, su dinero le subdividen después en diversas castas. Las principales son las siguientes: El calavera lampiño tiene catorce o quince años, lo más diez y ocho.

Primitivo, más blando que un guante, le daba cuenta en voz reposada de lo ocurrido allí durante medio año, en materia de vacas paridas, obras emprendidas, rentas cobradas; y mientras el padre reconocía así su autoridad superior, la hija le servía diligente y humilde, con pegajosa dulzura de animal doméstico que implora caricias. No sabía Julián qué cara poner en vista de una acogida tan cordial.

El talento natural, pues, y la poca aprensión, son las dos cualidades distintas de la especie: sin ellas no será calavera. Un tonto, un timorato del qué dirán, no lo serán jamás. Sería tiempo perdido. El calavera se divide en silvestre y doméstico.

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Era Fortunata que, cuando iba tarde, llamaba con timidez y cautela, como si quisiera que hasta la campanilla comentase lo menos posible su tardío regreso al hogar doméstico. Papitos corrió a abrir, y doña Lupe fue a la cocina. Maxi habló con su mujer en un tono que indicaba la complacencia de verla, y se quejó suavemente de que no hubiese entrado antes.