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Cuando me saliste con que lo del nieto era una novela, flin flan, me dio la idea de tirar esta música a la calle, sin que nadie la viera; pero ya que se compró para él, flin flan, que la disfrute... ¿no os parece? A ver, dame acá indicó Barbarita contentísima, ansiosa de tañer el pueril instrumento . ¡Ah!, calavera, así me gastas el dinero en vicios.

Quedábamos al fin de nuestro artículo anterior en el calavera temerón. Verdad es que es muy esencial, y más importante de lo que parece: el uniforme ya es la mitad. Es decir, que el paisano necesita hacer dobles esfuerzos para darse a conocer; es una casa pública sin muestra; es preciso saber que existe para entrar en ella.

El calavera doméstico admite diferentes grados de civilización, y su cuna, su edad, su profesión, su dinero le subdividen después en diversas castas. Las principales son las siguientes: El calavera lampiño tiene catorce o quince años, lo más diez y ocho.

El Padre Ambrosio se oyó llamar, reconoció la voz de Fray Miguel, no pudo resistirse al imperio con que este exigía que le oyese, se vistió el hábito y le abrió la puerta refunfuñando. Entró en la celda Fray Miguel, colocó su lamparilla sobre la mesa, donde había papeles y libros, y la misma calavera y el mismo crucifijo que la primera vez que allí había entrado.

Es más: yo creo que si no fuera al Jockey, no le querrías tanto. Un marido un poquitín calavera un poquito nada más ¿eh? es más seductor, tiene más sal. La absoluta santidad masculina no suele hacernos absolutamente felices a las mujeres. Los santos suponiendo que los haya no están bien más que en el cielo. Aquí, en la tierra, los calaveras claro, con medida son más amados que los ángeles.

No tenía Doña Paca habitación para él, y aun acomodarle en el pasillo habría sido difícil, por estar lleno de plantas tropicales y alpestres; además, no era pertinente ni decoroso que un señor reputado por elegante y algo calavera, viviese en compañía de cuatro mujeres solas, tres de las cuales eran jóvenes y bonitas.

«No es caso nuevo ni mucho menos decía . Los libros están llenos de casos semejantes. ¡Yo he leído mi propia historia tantas veces...! ¿Y qué cosa hay más linda que cuando nos pintan una joven pobrecita, muy pobrecita, que vive en una buhardilla y trabaja para mantenerse; y esa joven, que es bonita como los ángeles y, por supuesto, honrada, más honrada que los ángeles, llora mucho y padece, porque unos pícaros la quieren infamar; y luego, en cierto día, se para una gran carretela en la puerta, y sube una señora marquesa muy guapa, y ve a la joven, y hablan, y se explican, y lloran mucho las dos, viniendo a resultar que la muchacha es hija de la marquesa, que la tuvo de un cierto conde calavera?

22 Y le llevaron al lugar de Gólgota, que declarado quiere decir: Lugar de la Calavera. 23 Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó. 24 Y cuando le hubieron colgado del madero, repartieron sus vestidos echando suertes sobre ellos, qué llevaría cada uno. 25 Y era la hora de las tres cuando le colgaron del madero. 26 Y el título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDIOS.

ISIDORA. Te lo he dicho mil veces. El reconocimiento de Joaquín... ISIDORA. Que reconozcas a nuestro hijo. Delante de ti no debo ni puedo disimular mis faltas. He sido un calavera, un disipador; merezco lo que me está pasando. Yo tenía una regular fortuna. ¿Sabes cómo se me ha ido de entre las manos?

El bolsista adivinaba algo en las miradas de la esposa de su antiguo principal. Y en su credulidad de calavera viejo e inocente echaba el cuerpo atrás con cierto orgullo, como si estuviera convencido de que sus prendas personales habían influido en tan asombrosa conquista.