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Así, sin contradicción con mi individualismo, afirmo yo que el teatro normal ó modelo, debe hoy, con más razón que dentro de ciento cuarenta y seis siglos, cuando la humanidad colectiva nazca, ser sostenido por el Estado. Que le sostengan uno ó varios particulares ricos es menos plausible, menos posible y menos decoroso.

Hay hombres que son peores que las bestias, porque las bestias necesitan ser libres para vivir dichosas: el elefante no quiere tener hijos cuando vive preso: la llama del Perú se echa en la tierra y se muere, cuando el indio le habla con rudeza o le pone más carga de la que puede soportar. El hombre debe ser, por lo menos, tan decoroso como el elefante y como la llama.

Efectivamente, la estátua se hizo, y el general inglés la colocó en el primer rellano de la escalera de su casa. Varios amigos del general, sorprendidos de que dejase la estátua en la escalera, pretendieron hacerle ver que aquello no era decoroso, porque podria entenderse que queria desairar la memoria del héroe. La estátua está en donde debe estar, contestó Welington, y bajó la cabeza.

Aguardó, pues, hasta el día siguiente, cuando su madre volviese ya de casa de don Andrés después de concluido su trabajo, a la hora en que había citado a don Paco, para que él también hablase a su madre y los tres se pusiesen de acuerdo. Entre tanto, Juanita creyó prudente y decoroso no ver a don Paco, y violentándose, le impuso la condición de que no la buscase ni tratase de verla.

Elías entre tanto no hubiera creído que aquel concilio ecuménico era decoroso, sin hacer un pomposo elogio de las virtudes de los tres venerandos restos de la ilustre familia de los Porreños. En verdad, señoras dijo, que no cómo agradecer tantas bondades.

Ya supieron lo que se hacían destinándote a ser casada y a ocupar alto puesto en la corte, que si por arte del demonio hubiérante consagrado al claustro o a un decoroso celibato... ¡pobre criatura!, tiemblo de pensarlo. La ansiedad y zozobra que yo experimentaba no me permitieron reflexionar sobre las peregrinas ideas de doña María.

»Con estos principios, permito a mi nuera que baje a la tertulia y platique con personas finas y juiciosas sobre asuntos profanos, porque una muchacha destinada al siglo y a dar lustre a una gran casa como la suya, no debe ser criada con aquel encogimiento y estrechez que tan bien sienta en la que sólo ha de vivir en su casa, bien reducida a un decoroso celibato, bien instruyéndose para servir a Dios en el mejor y más perfecto de los estados.

Yo conozco que la mesa es una hora de recreo para muchas personas: conozco que quien va á comer pagando su dinero, no debe ver nada que le repugne; esto es muy justo; pero del aseo á una etiqueta impropia; de la decencia al coquetismo; de un servicio decoroso á un servicio refinado y tonto; tonto, si no fuera otra cosa peor, hay una distancia que ninguna razon puede llenar.

No tenía Doña Paca habitación para él, y aun acomodarle en el pasillo habría sido difícil, por estar lleno de plantas tropicales y alpestres; además, no era pertinente ni decoroso que un señor reputado por elegante y algo calavera, viviese en compañía de cuatro mujeres solas, tres de las cuales eran jóvenes y bonitas.

«Y su sobrina, la señorita de Rufete, que acaba de llegar de París...». Isidora miró a Miquis con tan indignados ojos, que el estudiante no se atrevió a seguir. El conserje echó una mirada a la poco flamante levita de D. José y al traje sencillamente decoroso de Isidora, sin hallarse completa armonía entre el vestido y las personas.