United States or Uruguay ? Vote for the TOP Country of the Week !


Imagínese, señor, cómo estaré yo, que tengo que mandar dos postillones, que deben ser muertos también. Esto me mata. Aquí hay un niño que es sobrino del sargento de la partida, y pienso mandarlo; pero el otro... ¿a quién mandaré? ¡A hacerlo morir inocentemente

Debía conocer á su nieta, la célebre bailarina. Iba á hacerle alguna pregunta sobre ella, cuando la vieja siguió hablando. Mi preferido fué siempre Alberto, un obrero aficionado á los libros. Yo, aunque deseo vivir independiente, iba todos los días á su casa, ayudaba á su mujer, jugaba con su hijo. ¡Un biznieto! Imagínese qué alegría, señor comisario. No todos llegan á ser bisabuelos.

En cuanto a Chipichipi, legábale su padre el sombrero de copa. Imagínese el júbilo de la cónyuge y de los hijos mayores, y el enfado del Benjamín de la casa. ¿Para qué quería él un sombrero viejo, sucio y de forma tan poco artística? Invadió el ánimo del príncipe tal furia, que echó al suelo la despreciada prenda y propinóle un fuerte puntapié.

La guerra, los héroes... cosas nebulosas y sin sentido. El está por la realidad, y empieza á hablar de un nuevo personaje admirado por él, un portugués que juega fuerte, y cuyo nombre, desde hace unos días, parece llenar las salas, á causa de sus ganancias. Yo lo observo; además, es amigo mío y creo poseer su secreto. Imagínese, príncipe...

¡Es verdad!... ¡Es verdad! murmuraron los senadores y el público con asombro, como si pasase ante sus ojos un relámpago deslumbrante. Imagínese el ilustre Senado continuó Gurdilo qué efecto tan desastroso habrá producido ayer en el pueblo, y sobre todo en la juventud estudiosa de los colegios, ver á un hombre vestido de un modo que parece desafiar á la moral y á las conveniencias.

Pues imagínese usted ahora que esa criatura se hubiera ahogado esta mañana, como debió de ahogarse, don Claudio, como debió de ahogarse, se lo vuelvo a repetir... y póngase usted en mi lugar por un instante...

Pero ¿cuándo se fué?... ¿En dónde está?... Se fué anteayer, y debe estar en París. ¡Un disparate su viaje! Imagínese, Alteza, que en los últimos días jugó con una suerte magnífica, hasta ganar veinte mil francos. ¡Si hubiese seguido!... Pero no quiso: tenía prisa. Me dió quinientos francos, y los perdí inmediatamente; era muy poco dinero para mi combinación.

Y sinembargo, allí viven como seiscientas familias que pudieran llamarse una población de armadillos humanos, Allí está la vida, pero la vida subterránea y entre harapos. Imagínese una serie de calles sin empedrado, caracoleando en anfiteatro al derredor de una colina por tres de sus lados.

Imagínese tres mozas rubias y metidas en carnes, la falda corta, y sobre ella una blusa larga rayada que deja al descubierto unos brazos de blancura germánica y una pechuga a lo Rubens. Ayer pasé con ellas la tarde, viendo cómo sudaban las pobrecitas dándole a las planchas eléctricas y cómo reían al oírme hablar horas enteras sin entender una palabra.

Una hermosa que se hace robar cada seis meses, siempre tendrá algo que referir cuando vuelve. Pues es igual. ¡Bonito hogar doméstico! Imagínese usted, señor, que todavía no hacía un año que estaban casados cuando ¡paf! va la mujer y se larga a España con un vendedor de chocolate. El esposo se queda solito en la casa gimoteando y bebiendo. Estaba como loco.