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Mas interesante nos parece el diario de Amigorena, y el de Hilario Tapary, que, sin recursos y escoltado por dos perros, emprendió el viage mas largo y desastroso que haya sido egecutado hasta ahora en nuestras pampas.

Creo que no hubiera encontrado inmensas dificultades. Pues bien, un día cometí la imprudencia de decir a Zuzie que el príncipe Romanelli, en último caso, me parecía aceptable. ¿No os imagináis lo que hizo? Los Turner estaban en Trouville; y con ayuda de ellos tramó el complot. Me hicieron almorzar con el Príncipe... mas el resultado fue desastroso. ¡Aceptable!

Lo del señorito Santa Cruz, siendo tan desastroso, lo refería con prolijidad y aun con cierta amarga complacencia; pero lo de Juárez el negro salía de sus labios como una confesión forzada o testimonio ante tribunales, de esos que van quemando la boca a medida que salen. ¡Cuánto le pesó ponerse en manos de aquel hombre! Era un perdido, un charrán, una mala persona.

Muchos opinaron que algún navío español o inglés había encallado allí, y que las hogueras que veíamos eran encendidas por la tripulación náufraga. Nuestra ansiedad crecía por momentos; y respecto a , debo decir que me creí cercano a un fin desastroso. Ni ponía atención a lo que a bordo pasaba, ni en la turbación de mi espíritu podía ocuparme más que de la muerte, que juzgaba inevitable.

A esta grandísima ... le da ahora por los bebés murmuró rechinando los dientes . Todas las perdidas concluyen por estas extravagancias. Pensó en dirigirse al joven y provocarle. No tardó en persuadirse de que este paso sería para él desastroso. ¿Qué iba ganando en ello? Absolutamente nada porque Clementina le detestaría.

¡Es verdad!... ¡Es verdad! murmuraron los senadores y el público con asombro, como si pasase ante sus ojos un relámpago deslumbrante. Imagínese el ilustre Senado continuó Gurdilo qué efecto tan desastroso habrá producido ayer en el pueblo, y sobre todo en la juventud estudiosa de los colegios, ver á un hombre vestido de un modo que parece desafiar á la moral y á las conveniencias.

De esto y del desastroso fin de todos ellos, nació en Doña Hermenegilda un aborrecimiento tan vivo de las guerras, que no se le podía mentar nada de lo tocante al fiero Marte y su culto sangriento.

Brotan de las capas inferiores de la sociedad, y rara vez alcanzan otras más elevadas: son constante y perennemente víctimas del que ha campaneado estudiado el robo a realizar, y su fin es generalmente desastroso. Concluyen por ser un harapo humano a fuerza de consumirse en las cárceles o en los más bajos fondos de la corrupción.

Pero, traidora Juanita, me lisonjeas y me matas a la vez. Yo no quiero instruirte, sino enamorarte. No aspiro a ser tu libro, sino tu novio. Jesús, María y José. ¿Está usted loco, don Paco? ¿En qué vendría a parar, qué fin que no fuera desastroso podría tener ese noviazgo? ¿No le tiemblan a usted las carnes al figurarse la estrepitosa cencerrada que nos darían si nos casáramos?

La misma música que había causado en ella tal exaltación, debía sostenerla hasta el momento en que llegase a su sillón; mas entonces debía decrecer ya por grados, pues, cesando de repente, podía producirle un efecto desastroso que determinase una agravación del mal.