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La guerra, los héroes... cosas nebulosas y sin sentido. El está por la realidad, y empieza á hablar de un nuevo personaje admirado por él, un portugués que juega fuerte, y cuyo nombre, desde hace unos días, parece llenar las salas, á causa de sus ganancias. Yo lo observo; además, es amigo mío y creo poseer su secreto. Imagínese, príncipe...

La Via Láctea entera aparece como una gran nebulosa, compuesta por multitud de estrellas, ya aisladas y dispersas en el cielo, ya agrupadas en núcleos compactos. Las nubes de Magallanes, la Nube mayor y la Nube menor, que se ven en el cielo del hemisferio austral, están compuestas á la vez de estrellas dispersas, de grupos estelares, y de nebulosas indescomponibles.

No obstante, para no ser injustos, es preciso hacer una distinción: en los dramas, en que la parte externa de la vida se nos presenta dependiente de la casualidad y de otras influencias, los rasgos de carácter individual son ligeros, por lo común, y los personajes sólo se pintan con rasgos generales y confusos, puesto que determinarlos con más claridad sería contrario al objeto del poeta; pero ya en esta clase encontramos también, que, cuando la intención poética va más allá de su objeto, y cuando se necesitan otros elementos para imprimir á la acción y á sus formas un giro diverso del indicado, y superior ó inferior á él, también los caracteres de formas abstractas y nebulosas se transforman en individuos distintos y llenos de vida.

Sinembargo, salta á la vista la diferencia profunda de las dos razas en materia de gusto, si se observan con atencion las ciudades de los dos tipos, tales como Ginebra y Zuric. El espiritualismo aleman es mas bien de fantasía ó imaginacion y exagerado que práctico y natural. Sueña con éxtasis, perdido en las nebulosas, adora la música y la poesía; y sinembargo se distingue por su mal gusto.

Una noche dejé a Reginaldo en el Devonshire, a eso de las once y media, y me encaminé a través de las calles húmedas y nebulosas de Londres hasta que llegué adonde el bullicio del tráfico cesaba, los coches arrastrábanse lentamente y sólo pasaban de cuando en cuando, y las húmedas y fangosas calzadas y aceras quedaron a disposición del policía y del pobre y tembloroso vagabundo sin hogar.

De las muchas luces nebulosas que vi en la esquina de Hyde Park, tengo un recuerdo claro; pero después de eso mis sentidos parecieron quedar atontados por la neblina y por el dolor que sufría, y no recuerdo nada más de lo que sucedió, hasta que de nuevo abrí penosamente los ojos y me encontré en mi cama, brillando a través de la ventana la hermosa luz del día, y vi a mi lado a Reginaldo y a nuestro antiguo amigo Tomás Walker, cirujano de la calle Reina Ana, de pie, observándome con profunda gravedad, que en aquel momento me pareció humorística.

Vese obligada su fantasía á crear sólo imágenes obscuras y vagas, ó á congelarse en las yertas alturas de las abstracciones de la razón. O ha de perderse en ideas nebulosas y poco claras, que se confundan entre , ó caer en la aridez y frialdad, igualando la alegoría con el logogrifo. No puede negarse que los autores de autos se hayan estrellado con frecuencia en tales escollos.

La bulliciosa alegría que rebosa por todas partes en la animada capital de Francia, contrasta de un modo singular con la fria y reservada gravedad de Lóndres. En el momento de llegar á Calais ó Boulogne, comienzan á divisarse las nebulosas costas de Albion. La travesía de Paris á Lóndres, que se verifica en el brevísimo término de doce horas, es agradable y fácil.

Así, la gran masa popular es profundamente ignorante, en lo general; la clase media no está á la altura de su posicion legal, ni comprende bien su papel en una monarquía constitucional; la nobleza es ignorante y superficial en su gran mayoría; el clero es incapaz de llenar su alto ministerio de una manera digna de la civilizacion actual; y la juventud, amordazada en el campo de la prensa, sin tribuna pública y agobiada por la organizacion de privilegio que tienen las profesiones liberales, se ve condenada á las vagas y nebulosas controversias y especulaciones de la filosofía alemana, la economía política puramente teórica y la literatura de folletines, futilezas y traducciones de poca monta y mal gusto.

También él había figurado por unos días como «el torero del porvenir», y la afición sevillana, puestos los ojos en su persona, esperaba que eclipsase a los matadores de otras tierras. Pero esto duró poco. Al volver de su viaje con el prestigio de nebulosas y lejanas hazañas, se agolpó la muchedumbre en la Plaza de Toros de Sevilla para verle matar. Miles de personas se quedaron sin entrada.