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La mañana era espléndida y fresca. El sol, que relucía vivo y hermoso en el azul del cielo, no bastaba a templar la brisa fina que llegaba de las montañas, donde algún día que otro comenzaba ya a cuajar la nieve. El valle de Marín era más estrecho que el de Riofrío, pero no menos risueño y ameno.

El éxito del segundo fue brillante. El público complacido, tanto por la feliz disposición de las escenas como por aquella espléndida versificación donde se advertía al discípulo predilecto del gran Rojas, llamó al autor repetidas veces. García desde el paraíso también le llamaba con voz estentórea a sabiendas de que no podía presentarse. Esta vez no quiso salir del teatro: era imposible abandonar la batalla. Envió un emisario a su amigo con estas palabras trazadas con lápiz: «

Las artes pacíficas no encontraron poderosos estímulos en el carácter sombrío del soberano, y de este modo nos explicamos la melancolía que inspiraba al poeta Jorge Manrique, que vivió lo bastante para ver tan tristes días, cuando, al recordar la espléndida corte de D. Juan II, se expresa así: «¿Qué se hizo el rey Don Juan?

El campo, cubierto de escarcha, tenía un aspecto encantado. Juno, extremadamente pálida, estaba tan linda con su traje blanco que no me cansaba de mirarla. Y la comparaba a aquella naturaleza fría y espléndida que ataviada con brillante blancura, parecía haberse puesto al unísono de su belleza. Después de almorzar subió a su cuarto para cambiar de vestido.

Surcaban aquella luz ciertas líneas o vetas brillantísimas que parecían de oro o de fuego, las cuales tan pronto se encendían como se apagaban y que cambiaban de lugar corriéndose de un lado para otro. De pronto exclamó el Capitán: ¡Costa allí! ¿Detrás de aquel fuego? preguntó Cornelio. No es un fuego; es una espléndida fosforescencia marina.

Creíase que eran muy mal adquiridas muchas cosas de mérito que se admiraban en su casa, particularmente obras de arte; y maravillaba el lujo de raterías que se daba por empleado para apoderarse de ellas. ¡Y esta mujer tenía un caudal enorme y era espléndida en sus gastos! Hay muchas almas de alquimia que tienen roñas así.

Para cuidar de todo esto había elegido don Andrés a Juana la Larga, quien en los dos días del martes y del miércoles apenas podía salir de casa de don Andrés e ir a la suya, a no ser a la hora de recogerse a dormir. El miércoles, singularmente, el trabajo de Juana era atroz. Ella debía condicionar para toda aquella tropa la espléndida cena de vigilia.

La avenida de Rio Branco, de una milla de norte a sur, a través del corazón de la ciudad, es una espléndida vía pública delineada por sólidos edificios públicos o casas privadas o de comercio. Los nuevos desembarcaderos, por una parte, y los varios clubs, la biblioteca nacional, el teatro municipal y el palacio de Monroe, por la otra, son dignos, cada uno, de un detenido estudio.

, me atrevo. »Desde arriba, Alejo devoraba con sus ojos una gran cabellera negra, espléndida, profusa; un río de cabellos, como diría mi amigo el ilustre Cantarranas. De la nariz y barba sólo asomaba la punta. Pero lo que se podía contemplar entero, magnífico, eran los hombros, admirable muestra de escultura humana, que la tela no podía disimular.

La llamarada era espléndida, el perfume riquísimo, y las sombras que proyectaban los arboles hadan juego con la luz de un modo admirable.