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Esa antiquísima torre, muy anterior a la era cristiana, enlazada con tantos recuerdos heroicos, colocada allí entre las variadas banderas de los buques, las ráfagas de humo de los vapores, los paseos construidos ayer y las flores nacidas hoy, con sus cimientos, que cuentan los siglos por décadas, es como la clava de Hércules lanzada en medio de los juguetes de los niños.

Así, por esa pendiente, se despeñan los pueblos; á medida que se bañan en sangre y se empapan en hiel y lágrimas, la colonia, si tiene vitalidad, aprende á luchar y á perfeccionarse en el combate, mientras que la Madre patria, cuya vida en la colonia depende de la paz y de la sumisión de los súbditos, se debilita cada vez, y aunque haga heroicos esfuerzos, al fin, como su número es menor, y sólo tiene una vida ficticia, acaba por morir.

No hay fuerzas que basten á apagar la antorcha de la moral ni en el individuo ni en la sociedad; en el individuo sobrevive á todos los crímenes, en la sociedad resplandece aun despues de los mayores trastornos: en el individuo culpable, reclama sus derechos con la voz del remordimiento; en la sociedad, por medio de elocuentes protestas, y de ejemplos heróicos.

El conde presentía algo grave debajo de aquella sonrisa enigmática, comprendía que estaba haciendo un papel desairado, que se estaban riendo de él y hacía esfuerzos heroicos para recobrar su sangre fría, sin conseguirlo.

Al lector que en su fuero interno haya diputado ya a Gonzalo por hombre desleal y pérfido, o por lo menos débil, declarándole quizá «un carácter repugnante», como dicen los críticos cuando los personajes de las novelas no son todo lo heroicos y talentudos que ellos quisieran, pusiérale yo en aquel nido pequeño y perfumado como el cáliz de una magnolia, frente a la niña menor de los señores de Belinchón, vestida con peinador de cintas azules que dejaban ver una buena parte de su garganta amasada con rosas y leche, recibiendo en el rostro los relámpagos azulados de sus ojos, y escuchando una voz grave y pastosa que removía todas las fibras del alma.

, ellos son mas heróicos; Colon tenia el genio, el rayo de la inspiracion, la perspectiva de la gloria que le ha inmortalizado, por guia: él sabia adonde iba: los sencillos marineros que le acompañaban no, no conocian mas playas que las de España, no podian ni soñar con la existencia de otro mundo, se veian arrojados en una empresa que acobardaba á todos, que la Europa toda calificaba de locura, se vieron solos en medio de mares que nadie mas que el ojo de Dios habia visto, sin saber adonde iban ni por qué ruta: creyendo que la vuelta seria imposible y creyéndolo con razon é ignorando al propio tiempo si habria llegada, porque ellos nada sabian, porque entónces se ignoraba todo, porque no se sabia qué habia detras del mar.

Mientras tanto el señor de las Matas avanzaba al paso lento, majestuoso de su rocín. Cuando estuvo cerca de la reunión se llevó la mano al sombrero y les hizo un gentil saludo, mezcla de la exquisita urbanidad de la corte de Luis XIV con la afable gravedad de los tiempos heroicos de la Grecia. Aquellos bárbaros no comprendieron su delicadeza y les produjo risa.

Los trescientos de las Termópilas estarían olvidados o pasarían por locos de atar, si después de su sacrificio no hubieran brotado los inmarcesibles laureles de Maratón, Platea y Salamina. Cierto es también que los actos heroicos valen siempre mucho, aunque sólo sea para limpiar la derrota de toda vergonzosa mancha.

El haber sido feliz en amores es y ha sido siempre para el hombre el medio más eficaz de seducción. Y esto desde los tiempos heroicos y primitivos hasta nuestros días. Cuando las citadas conveniencias sociales no lo vedaban, los galanes empleaban siempre, como recurso para rendir y cautivar corazones, el recuento de sus felices amoríos ya pasados.

Nosotros no éramos precisamente Adán y Eva; pero heroicos Robinsones, arrastrados a nuestro destino por una gran desgracia de familia: la muerte de nuestra tía, acaecida cuatro días después de comenzar nuestra exploración. Pasábamos el día entero huroneando por la quinta bien que las higueras, demasiado tupidas al pie, nos inquietaran un poco.