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En la tristeza de su destierro, una sola cosa alegraba el alma de la infeliz señora, y era que sus niños gozaban de inmejorable salud. Isabelita, cuyas desazones tenían siempre a su mamá muy sobre ascuas, no había sufrido, durante el verano, ninguno de aquellos trastornos espasmódicos que marchitaban su infancia.

Enorme sería la responsabilidad de los hombres de gobierno si dejando al tiempo la obra de reducir á Mindanao, quedase ésta incompleta por los obstáculos que pudieran originar trastornos imprevistos de nuestra política exterior.

A principios de 1873, año de grandes trastornos, fue escrita y publicada la primera de estas novelas, hallándome tan indeciso respecto al plan, desarrollo y extensión de mi trabajo, que ni aun había fijado los títulos de las novelas que debían componer la serie anunciada y prometida con más entusiasmo que reflexión.

Vendrían seguramente tiempos distintos, otra manera de ser, otras costumbres; la riqueza se iría de una parte a otra; habría grandes trastornos, caídas y elevaciones repentinas, sorpresas, prodigios y ese movimiento desordenado e irreflexivo de toda sociedad que ha vivido mucho tiempo impaciente de una trasformación.

Todas sus ideas sufrieron trastornos más o menos febriles, las imágenes se disfrazaron, cual si fuesen a las máscaras, tomando cara y apariencia de lo que no eran, y la única sensación dominante con alguna claridad en aquel desorden fue la de estar inmóvil y rígida, con los movimientos involuntarios suspendidos y los voluntarios desobedientes al deseo.

Embelecos nerviosos y ráfagas de histerismo, afecciones de que Juliana se había reído más de una vez, atribuyéndolas a remilgos de mujeres mimosas y a trastornos imaginarios, que, según ella, curaban los maridos con jarabe de fresno.

A la verdad el estilo de su ornamentacion se diferencia notablemente del empleado en el Mihrab y en todo el resto de la mezquita: pero ¿quién es capaz de calcular el tiempo que necesita el arte para variar de fisonomía, cuando concurren en una nacion trastornos tan radicales como los que acaecieron en el Estado cordobés bajo la administracion de Almanzor?

Tal canonjía realizaba las aspiraciones de toda su vida, y no cambiara Thiers aquel su puesto tan alto, seguro y respetuoso por la silla del Primado de las Españas. Amargaban su contento las voces que corrían en aquel condenado año 68 sobre si habría o no trastornos horrorosos, y el temor de que la llamada revolución estallara al fin con estruendo.

Para que el progreso pusiera su mano en la obra de aquel hombre extraordinario, cuyo retrato, debido al pincel de D. Vicente López, hemos contemplado con satisfacción en la sala de sus ilustres descendientes, fue preciso que todo Madrid se transformase; que la desamortización edificara una ciudad nueva sobre los escombros de los conventos; que el Marqués de Pontejos adecentase este lugarón; que las reformas arancelarias del 49 y del 68, pusieran patas arriba todo el comercio madrileño; que el grande ingenio de Salamanca idease los primeros ferrocarriles; que Madrid se colocase, por arte del vapor, a cuarenta horas de París, y por fin, que hubiera muchas guerras y revoluciones y grandes trastornos en la riqueza individual.

La literatura española, en efecto, no es más que una serie de enfermedades, debidas, generalmente, a trastornos sexuales o a defectos de nutrición. El uno está enfermo del hígado. Al otro se le forman ácidos en el estómago. Este se encuentra amagado de parálisis general progresiva y tiene delirio de grandezas.