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El amigo convertido en monstruo. Que las pasiones nos ciegan es una verdad tan trivial, que nadie la desconoce. Lo que nos falta no es el principio abstracto y vago, sino una advertencia continuada de sus efectos, un conocimiento práctico, minucioso, de los trastornos que esta maligna influencia produce en nuestro entendimiento; lo que no se adquiere sin penoso trabajo, sin dilatado ejercicio.

Aquel día empezó de los buenos y concluyó siendo de los peores. Por la mañana había cumplido admirablemente; estuvo muy suelta de lengua y de manos, haciendo garatusas y dando brincos en cuanto la señora le quitaba la vista de encima. Semejante fiebre era señal de próximos trastornos. En efecto, por la tarde dividió en dos la tapa de una sopera, y desde entonces todo fue un puro desastre.

Cánovas tiene para un rato. Es hombre que entiende la aguja de marear». Y como se suscitara un debate político de los más graves, Rubín se puso de parte de los que defendían la tesis más razonable, conciliadora y templada. «Pero ustedes, ¿qué creen, que una sociedad puede vivir siempre soñando con trastornos?

¡Las mujeres!... Aquellos jóvenes no hablaban de otra cosa; y Febrer, sentado a la gran mesa de la fonda, aprobaba en silencio sus palabras y sus lamentaciones. ¡Las mujeres!... La irresistible tendencia que nos liga a ellas es lo único que se mantiene firme después de los trastornos morales que cambian una vida; lo que permanece de pie en medio de los cadáveres de otras ilusiones destrozadas por el cataclismo.

Una hacienda ordenada es el fondo de la felicidad universal. Y búsquese en los pueblos, en las casas, en el amor mismo más acendrado y seguro, la causa de tantos trastornos y rupturas, que los oscurecen y afean, cuando no son causa del apartamiento, o de la muerte, que es otra forma de él: la hacienda es el estómago de la felicidad.

Rica en verdad debe de ser esta gran villa y holgada la condición de sus moradores, á pesar de recientes guerras y trastornos. Pues si el aspecto de los buenos burgueses os admira, repuso Don Pedro, ¿qué me decís de esos hombres de armas escogidos y de los bien plantados arqueros? Difícil sería igualar y menos vencer fuerzas tan apuestas y bien disciplinadas.

En 1590 adquirieron los jesuítas aquel poder predominante que duró más de dos siglos, y que influyó tanto en la historia y el desarrollo de la América del Sur. Desde 1600 hasta 1700 la historia de las provincias del Río de la Plata es la crónica de trastornos domésticos debidos a luchas internacionales entre los países europeos, que determinaban los destinos de las provincias americanas.

No hay fuerzas que basten á apagar la antorcha de la moral ni en el individuo ni en la sociedad; en el individuo sobrevive á todos los crímenes, en la sociedad resplandece aun despues de los mayores trastornos: en el individuo culpable, reclama sus derechos con la voz del remordimiento; en la sociedad, por medio de elocuentes protestas, y de ejemplos heróicos.