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Las legiones han subido y Júpiter ha bajado. El mérito de Martí consistió precisamente en eso: haber dado sombra a tantas grandezas. En época, en que la ciencia es ambiente y el talento multitud, él fue Argos impoluto, gigante, solo, y ¡único!

Había olvidado decirle que me vi en la necesidad de fundar un Banco, sólo para mis tesoros. Y siempre que el Banco de Londres ó el Banco de Francia se veían en un apuro, me enviaban atentas cartitas para que los sacase del atolladero. Novoa rió de la sencillez con que el pianista contaba sus grandezas. Parecía obsesionado aún por su ensueño.

»En fin, me resolví en que poco amor, poco juicio, mucha ambición y deseos de grandezas hicieron que se olvidase de las palabras con que me había engañado, entretenido y sustentado en mis firmes esperanzas y honestos deseos.

No quiero que me estimen ni me alaben Las propias ni las bárbaras naciones, Porque en mi pecho sus grandezas caben. No son los capitanes Cipiones Ni Alejandros los reyes, si no saben Vencer sus apetitos y pasiones. Salen los soldados PERALTA, ORTU

Si no fuera un abuso el descubrir y revelar simbolismos en toda obra de arte, diría que Fermín de Pas es más que un clérigo, es el estado eclesiástico con sus grandezas y sus desfallecimientos, el oro de la espiritualidad inmaculada cayendo entre las impurezas del barro de nuestro origen.

Para prueba de esto volvamos los ojos á la Sevilla antigua y venga el lector benévolo á pasar breves momentos en nuestra compañía, que más de un motivo de recreo y de curiosidad hemos de ofrecerle, en que se espacie y distraiga su ánimo con la contemplación de grandezas pasadas.

El francés, hombre sobrio, parsimonioso en sus gastos y exento de ambiciones, sonreía ante las grandezas de su cuñado. Tenía á Karl por un excelente compañero, aunque de un orgullo pueril. Recordaba con satisfacción los años que habían pasado juntos en el campo. No podía olvidar al alemán que rondaba en torno de él cariñoso y sumiso como un hermano menor.

Ella, la infeliz muchacha de «la calle», la chueta, habituada a ver a los suyos plegados y temerosos bajo el peso de un odio tradicional, visitaría estas ciudades, se mezclaría en los desfiles de riqueza, tendría francas las puertas que había contemplado siempre cerradas, y entraría por ellas apoyándose en el brazo de un hombre que le había parecido siempre la representación de todas las grandezas terrenales.

Tronó recia su voz de apóstol, y el enjambre mudo de ilotas escuchó: "¡La patria es esta!" ¡Sólo entonces cayeron de rodillas! ¡sólo entonces supieron conocerla...! Corrió en la multitud hervor de fuego, eléctrica explosión de vida nueva, un ansia de elevar aquella patria al bello Sinaí de las grandezas.

Con el transcurso de los siglos hanse ido borrando de esta ciudad insignes memorias, testimonios de sus grandezas de otros tiempos, las cuales, yacen al presente olvidadas, entre el polvo amontonado sobre ellas por algunas generaciones.