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Lo que sucedió poco después, va a referirlo la marquesa misma: «Se abrió rápidamente la puerta de escape, y apareció Luz delante de , de la manera más extraña: el pelo destrenzado y flotante sobre la espalda, y recogido lo demás en ancho lazo sobre cada sien; el blanco peinador mal ceñido a su cuerpo; entre las manos, convulsas, un papel, y la cara..., ¡oh!, el espanto, la ira, el dolor, la sorpresa, el desconsuelo... todo esto se podía leer en su cara transfigurada, y en su actitud resuelta e indecisa al mismo tiempo.

Bettina no se acuesta ya. Comprende que le sería del todo imposible volverse a dormir. Pónese un peinador y permanece junto a la ventana, viendo caer la lluvia. Ya que debía partir, habría deseado que se fuera con buen tiempo, y que un claro sol iluminara su primera etapa. Hace un mes, cuando llegó a Longueval, Bettina no sabía lo que era una etapa.

«¡Es verdad, pensó don Víctor cuando se quedó solo, es verdad! ¿Y yo, estúpido, tonto, no había dado en ello? Ese hombre debe volver esta noche.... ¡Y yo, por no matarla a ella con el susto, iba a dejar que otra vez... otra vez!... ¡Y no pensaba en ello!...». Se abrió la puerta y entró la Regenta. Venía pálida, vestía un peinador blanco, y no hacía ruido al andar.

Algunos minutos después un enjambre de graciosas jóvenes descendía a la arena. Este baño era el acontecimiento esperado de la mañana. Al llegar a la orilla del mar, María Teresa dejó caer su peinador a sus pies y apareció delicada y flexible.

¡Bah! tengo buenos ojos, y Raúl es un hombre demasiado galante para... En este momento llamaron al ventanillo y el objeto de esos elogios mostró su fino bigote en la estrecha abertura. Con su inconveniencia natural, la comandanta iba a acogerle amablemente como visitante, pero al verse en un espejo los papillotes desrizados y el peinador deslucido, se escondió precipitadamente en el comedor.

En efecto; el señor de Saint-Crazy recibe a la señorita Fraicherose a su salida de la piscina. Le ha alargado el peinador recio para que se enjugue y la ha secado tiernamente. Luego le ha puesto el peinador de gala, y los dos se han ido a tomar el te debajo de la columnata. FRAICHEROSE. ¡Ay, amor mío...! ¡Qué cosa tan hermosa es ésta...! El agua fría... como una serpiente.

Que no ha vendido pinturas por ni por tercera persona; antes se acuerda de un retrato del Sr. Cardenal Borja, siendo Arzobispo de Toledo, que le pidió a Diego Velázquez le hiciese, el cual, llevándosele, no quiso tomar ninguna cantidad por él, y el Sr. Cardenal le envió un peinador muy rico y algunas alhajas de plata en recompensa. Declaración de Francisco Zurbarán en la misma información.

Y mostré a la abuela con el gesto la linda silueta que reflejaba el espejo del armario de familia, una silueta a lo Legouvé. Blanca y delgada, con mi gran peinador de mañana, no tenía yo verdaderamente el aspecto de una triste solterona.

Antonia paseábase ya por el jardín sin otro abrigo que un sencillo peinador de batista. Su salud robusta permitiale hacer muchas cosas que a Magdalena le estaban vedadas en absoluto. La hija de Avrigny, bien arropada en su lecho, tenía que pedir que le acercasen las flores; en cambio Antonia corría a buscarlas con la ligereza de un pájaro, sin miedo a la brisa matutina y al relente de la noche.

Poco después de hacerlo apareció Venturita con un peinador blanco que dejaba ver enteramente la garganta de alabastro y una parte de su hermoso seno virginal. Traía sueltos por la espalda los cabellos, y calzaba unos lindos pantuflos bordados. Venía a despedirse para ir a la cama.