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Otra cosa sería una inconveniencia y una desgracia tal vez. ¿Qué dices? balbuceó la santa con extravío. Su aspecto en aquellos momentos infundía temor. Asemejábase á los enfermos atacados de epilepsia cuando están á punto de caer en un angustioso paroxismo.

Para persuadirme de la inconveniencia social de que existan prácticas tales, me basta saber que hacen de un hombre un oficio infame y burlesco, una sátira.

El que al señor de Bermúdez le faltaba un ojo, como podía faltarle a cualquiera, y que con su hija hubiera estado él, Leto, más o menos atento, no autorizaba a nadie para preguntarle a cada paso, y delante de ciertas gentes, por la salud y el valor, y el saque y otras mil cosas del Macedonio; ni si tomaba o no tomaba varas, o si era blanda o dura de cerviz «la hija de Darío». Era una gran inconveniencia hablar así de personas tan respetables, en un sitio como aquel... o en cualquier otro; y como así lo sentía, así se lo dijo al fiscal, con mucha pena, pero resuelto a que cesaran las bromas.

Su corazón se oprimió con el presentimiento de que todo este aparato bélico era á causa de alguna otra inconveniencia cometida por el gigante. Sobre la cumbre de la colina flotaban varias máquinas voladoras. Otras iban aproximándose á toda fuerza de sus motores, viniendo de distintos puntos del horizonte.

La santa no hizo más que mirar á Clara con cierta perplejidad; y contra lo que sus parientes esperaban, no citó ningún texto latino, ni predicó ningún sermón sobre la inconveniencia é irreligiosidad de que entraran por los tejados los militares buenos mozos, altos y de buen porte. Clara, á pesar de su inocencia, se quedó aterrada como una culpable.

Hablando de él, decía á su amigo y compatriota Weller: Durante los tres meses que hemos vivido con el conde, no le he visto cometer una incorrección ni decir una inconveniencia. Usted me creerá, si quiere, Sam, pero hubiera dado diez mil dollars por sorprenderle blasfemando ó abrazando á una camarera de á bordo. Pero ni lo más mínimo. Ese hombre es demasiado perfecto y me da miedo.

Y dice también... prosiguió la santa señora, en un arranque de indiscreta sencillez, dice... que.... Comprendí la inconveniencia de mi tía, y la interrumpí. Tía, ¿qué tal, está bueno el soconusco? Pero ella no me oyó, o no quiso oírme. Dice que si ya.... ¡Tía! exclamé sin poderme contener. ¡Eso no debe decirse! ¡Adiós! ¿Y por qué no? Porque no. Angelina, turbada, nos veía con penosa curiosidad.

La inconveniencia de este triunfo me infundió vergüenza. El rubor coloró mis mejillas. Debí ponerme encendido como la grana, y más aún cuando advertí que Pepita me aplaudía y me saludaba cariñosa, sonriendo y agitando sus lindas manos. En fin, he ganado la patente de hombre recio y de jinete de primera calidad.

No hay que hablar, por tanto, de lo que se llama verdadera composición poética; cuanto encuentra la pluma del escritor de comedias en su rápida carrera ocupa lugar en la obra, sin consideración alguna á su conveniencia ó inconveniencia con el conjunto. Este defecto es muy grave, y jamás podrá censurarse como merece, si se tiene en cuenta la dignidad de la poesía.

Pues es claro: ¿eso qué duda tiene? respondí procurando calmar su agitación, la cual era tan grande, que no le dejaba ver la inconveniencia de consultar con un mísero paje cuestión tan grave.